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ZIMBABUE

Zimbabue, una dictadura en la encrucijada

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura3 min
Internacional06-04-2008

Los partidos de la oposición, según los recuentos, habrían ganado las elecciones al Parlamento, pero donde apuntan todas las miradas es a las elecciones presidenciales. Hasta el momento, no ha habido un estallido violento, pero sí protestas continuadas por el extraño retraso en el recuento de votos.

El líder opositor Morgan Tsvangiari se ha adjudicado la victoria en la primera vuelta de las elecciones con más del 60 por ciento de los sufragios, aunque algunos medios le atribuyen un 51 por ciento. Realmente esto no supone ninguna novedad, en las pasadas elecciones (2002) Tsvangiari también se adjudicó la victoria. Y, si se miran las últimas elecciones en sus países vecinos (Congo, Kenia...) se encuentran pocos ejemplos en los que se reconozca una derrota, algo que -salvo excepciones como Sudáfrica- sólo se consigue tras difíciles y largas negociaciones en los países del África Negra. Las últimas noticias que llegan al respecto anunciaban que la Policía de Robert Mugabe había llevado a cabo una redada de detenciones que incluían a opositores y a periodistas occidentales. El dictador ya había mostrado en marzo sus críticas contra occidente asegurando que sus periodistas pretendían manipular fotos para dar una imagen de guerra del país. Al propio Mugabe se le atribuyen frases como “los periodistas están deseosos de encontrar imágenes violentas para llenar de gore sus pantallas, por eso todos los que vienen son corresponsales de guerra”, o “los periodistas occidentales piensan que las únicas elecciones libres serán las que gane la oposición”, probablemente hayan sido ese tipo de actividades las que hayan llevado a ese grupo de informadores a la cárcel. No se puede dejar de reconocer cierto acierto al veterano mandatario octogenario. Tras las manifestaciones y abucheos de su último viaje a territorio anglosajón, no parece que el dictador goce de demasiada simpatía internacional. Lejos queda aquella imagen de guerrillero que consiguió la libertad del país en 1980 poniendo fin al rocambolesco Estado de Rodhesia que en 1966 había fundado el racista Ian Smith bajo los criterios del apartheid y la supremacía blanca. Pero tras su llegada de la libertad, el libertador dejo fuera de la ley a todos los partidos que no fueran el suyo y convirtió al país en una dictadura de hecho. Al comprobar cómo sus antiguos compañeros de armas iban posicionándose en guerrillas en su contra, Mugabe optó por pedir ayuda al tirano norcoreano Kim Il-sung, quien le adiestró a una unidad de exterminadores de opositores, la temible brigada Gukurahundi, que extendió el terror por todo el país en la década de 1980. A inicios de la de 1990 era posible que a Mugabe se le pudieran reconocer éxitos, en especial en el terreno educativo, pero occidente no podía mirar a Mugabe sin ver detrás a los 15.000 muertos que sus tropas habían dejado en el país. Estados Unidos y la Unión Europea le han impuesto sanciones económicas y el país ha llegado a ser expulsado de la Commonwealth (lamentable honor sólo compartido con el desaparecido dictador nigeriano Sani Abacha). Dicen que la película La Intérprete está dedicada al régimen de Mugabe, puede ser o puede que no, pero lo cierto es que el dictador se dio por aludido porque esa película fue prohibida en Zimbabue. Quizá Mugabe gane realmente estos comicios, quizá los pierda y lo apañe o tal vez pierda y lo reconozca -parece lógico pensar que habrá una segunda vuelta- pero lo que está claro es que a estas alturas el anciano puede ser visto como un buen mandatario por los suyos, pero ante la opinión internacional, tras 28 años de mandato, se ha quedado simplemente en la sombra de un libertador.