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SANIDAD

El número de cesáreas sufre un incremento alarmante

Por Paula PortasTiempo de lectura2 min
Sociedad01-02-2008

En España se realizan unas 36.000 cesáreas anuales sin que éstas sean absolutamente necesarias. La media aceptable, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se sitúa entre un 10 y un 15 por ciento, pero los sistemas sanitarios de los países desarrollados se alejan cada vez más de estas cifras.

La cesárea es una operación quirúrgica mayor que aumenta el riesgo de infecciones, complicaciones y consecuencias negativas para la madre embarazada. Las razones del notable incremento del número de césareas son, entre otras, garantizar la salud fetal, impedir acciones judiciales en caso de que se produzcan complicaciones en el parto natural, evitar el dolor a la embarazada o satisfacer el deseo de programar el nacimiento. En los centros públicos, el 24 por ciento de los bebés nacen por la técnica de rasgar el abdomen de la madre para acceder a la cavidad uterina y extraer a la criatura de su interior. En los centros privados, se supera el 40 por ciento. Ambos índices están muy alejados de la recomendación de la OMS. La organización cree que deberían limitarse al 15 por ciento. Los expertos advierten que las cesáreas selectivas, las que se practican de forma innecesaria, generan un riesgo tanto para el bebé como para la madre. De ese modo, se incrementa la posibilidad de infecciones o hemorragias, surgen los problemas relacionados con la anestesia y la recuperación es más larga y dolorosa que en el caso del alumbramiento vaginal. Los motivos médicos que justifican esta opción son: que el niño sea tan grande que no quepa por el canal del parto; que el feto esté sufriendo y, en casos de partos múltiples, cuando el trabajo del parto se prolongue excesivamente o la seguridad de los bebés no esté del todo garantizada. Sólo en estos tres supuestos, los beneficios de la intervención son superiores a los riesgos que entraña. El fenómeno de las cesáreas a petición supone un reto para el médico. Tiene que decidir si accede o no a practicar la intervención cuando la mujer lo pida y aunque no existan razones médicas que lo indiquen. Paradójicamente los especialistas en ginecología y obstetricia llevan varios años intentando defender la tendencia opuesta: fomentar el parto natural, con la mínima intervención médica posible y mucho más humanizado, ya que aseguran que es la forma ideal de nacer.