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ESTADOS UNIDOS

Obama y Romney ¬remontan el vuelo¬ a tiempo para el ¬supermartes¬

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional27-01-2008

Parecían correr malos tiempos para los aspirantes a la Casa Blanca Barack Obama, eclipsado en las tres últimas citas de las primarias demócratas por sendos triunfos de Hillary Clinton, y Mitt Romney, quien apenas era tomado en serio por sus rivales republicanos antes de sus victorias en Michigan y Nevada. Sin embargo, la amplia victoria del afroamericano en Carolina del Sur, y los buenos augurios de Romney para las próximas citas han supuesto un nuevo empuje para dos candidatos que parecían sin fuelle.

El efecto Obama por una América renovada parecía hasta la pasada semana haber sido un espejismo, una opción de cambio profundo en Washington que se esfumó tan rápido como había hecho furor entre los medios de costa a costa. Tras la sorpresiva victoria del joven candidato por Illinois en el primer caucus demócrata en Iowa, que pareció abrir su carrera electoral de manera esperanzadora, su principal rival Hillary Clinton se había proclamado vencedora en todas las citas siguientes: Nuevo Hampshire, Michigan y Nevada. Sin embargo, Obama resurgió de sus cenizas la pasada semana. Su aplastante victoria en Carolina del Sur, donde barrió a Clinton tras obtener el 55 por ciento de los votos frente al 26 recibido por la única candidata femenina, recolocó al afroamericano en el mapa electoral. El motivo de su resurgimiento fue claro: el voto racial. Obama recurrió públicamente por primera vez en las primarias al voto negro para hacer frente a Clinton y dio pleno resultado. En uno de los estados con mayor población afroamericana del país, los demócratas negros votaron en un 80 por ciento de los casos al único candidato de color. Sin embargo, el llamamiento racial de Obama es un arma de doble filo como también se demostró en las primarias del Estado sureño. Con el afroamericanismo sobre la mesa de Obama la respuesta del electorado blanco fue darle la espalda. Obama tan sólo recogió un 24 por ciento de los votos de los demócratas de raza blanca, salvando únicamente los muebles por su tirón entre los jóvenes sin importar el color de piel. Sabedor de lo peligroso de su arma racial, Obama se apresuró a declarar tras su victoria que “la cosa no va de negros contra blancos, sino del pasado contra el futuro.” Sin embargo, el éxito cosechado en Carolina del Sur invita a pensar que Obama repetirá estrategia en otros estados de gran población negra como Georgia o Misisipi. De momento, habrá que esperar para ver cómo reaccionan otros estados norteños de clara mayoría blanca ante una posible polarización racial de las candidaturas. Tropiezo para Clinton, naufragio para Edwards Frente a la estrategia étnica de su rival, Hillary Clinton, consciente de lo complicado de obtener un triunfo en Carolina del Sur desde un principio, optó por marcharse a hacer campaña a estados como Nueva York o Pensilvania, dejando a su marido el ex presidente Bill Clinton al cargo de la campaña en Columbia. La táctica seguida por el clan Clinton fue aprovechada por el propio Obama, que ridiculizó a su rival comentando que en ocasiones no sabe si compite contra Hillary o contra Bill. Sin embargo, el gran derrotado en Carolina del Sur fue el tercer aspirante demócrata, John Edwards, que realizó un desembolso económico extraordinario con la esperanza de vencer en su estado natal pese a lo que sólo cosechó un 18 por ciento de los sufragios. Sin ninguna victoria en su casillero, Edwards podría abandonar la carrera electoral después del supermartes del próximo 5 de febrero, cuando están programadas las primarias en más de 20 estados diferentes. El Frankenstein republicano da un paso al frente La sonora remontada de Obama ha venido prácticamente al mismo tiempo que el resurgimiento de Mitt Romney por los republicanos. Acusado por sus rivales de limitarse a decir en cada estado lo que su electorado quiere escuchar, Romney apenas estaba contando en la pugna republicana por la Casa Blanca hasta que de la noche a la mañana se ha visto ganando en Michigan y Nevada, y siendo favorito en las próximas citas de Maine y Florida. El candidato mormón ha pasado de ser casi ridiculizado por la prensa (la revista Newsweek le tildó de “Frankenstein” por estar fabricado de restos de otros famosos republicanos para agradar a todo el electorado) a ser el mejor posicionado para plantar cara al hasta ahora favorito John McCain. Y para ello, como para el triunfo de Obama en Carolina del Sur, hay una razón bien clara. En este caso, la coyuntura económica. La coyuntura favorece a Romney Cuando las noticias del desplome de las bolsas internacionales por miedo a una recesión económica en el plano internacional, y el aumento del desempleo, el gasto público y la incesante subida de los carburantes en el terreno nacional, copan los medios de comunicación, es el momento para que Romney se frote las manos. Y es que el candidato mormón posee una reputación de economista intachable por su buen hacer durante su mandato como gobernador de Massachussets y por haber amasado una gran fortuna personal gracias a su éxito en la gestión de sus empresas. Por ello, que el debate republicano se celebre en torno a la economía beneficia en gran medida a Romney y, sabedor de ello, McCain ya intentó durante la pasada semana devolver la discusión entre los republicanos a terreno iraquí. El principal rival de Romney en la carrera electoral acusó al ex gobernador de Massachussets de que quería rendir a América en Iraq y que ello supondría una victoria para los terroristas y un deterioro de la imagen exterior de Estados Unidos. Sin embargo, lo cierto es que pese al intento de McCain, los votantes republicanos consideran el tema económico como el más importante en la carrera electoral por encima del terrorismo, Iraq o la inmigración según un estudio de la revista The Economist publicado la pasada semana.