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CRISIS

El año electoral no podía comenzar peor para la economía española

Por Paula Escalada MedranoTiempo de lectura3 min
Economía06-01-2008

Faltan pocas semanas para las elecciones y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se enfrenta a un gran reto si quiere repetir presidencia: convencer a los españoles de que existe alguna posible salida del agujero en el que el país se está sumiendo: las tasas de paro crecen con la crisis del sector de la construcción, la inflación se dispara y cada día es más difícil llegar a fin de mes con los productos básicos por las nubes.

Cuentan por ahí que el ministro de Economía, Pedro Solbes (uno de los mejores valorados en las encuestas), recomendó al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, adelantar las elecciones después del verano, en vista de los buenos datos económicos que iban a producirse en otoño. Viendo la situación que se ha planteado con el nuevo año, quizás al Presidente le habría salido rentable. Faltan apenas unas semanas para las elecciones, el panorama no podía ser más desalentador y los ciudadanos comienzan a resentirse. Así, no es de extrañar que el indicador de confianza del consumidor del Instituto de Crédito Oficial (ICC-ICO) haya descendido en diciembre, por octavo mes consecutivo, en 3,8 puntos respecto del mes anterior, alcanzando su mínimo histórico. Y, es que, el año no podía empezar peor para la economía española. Según el dato adelantado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) de diciembre, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) ha subido dos décimas con respecto al oficial de noviembre y se ha colocado en el 4,3 por ciento. Este índice es el encargado de medir la inflación de forma armonizada con el resto de países de la zona euro. Si a mediados de enero se dan las cifras oficiales, se confirma este dato, y coincide con la cifra del Índice Precios de Consumo (IPC), supondrá la tasa de inflación más alta desde diciembre de 1995. Pero, aunque el IPC diga que todo ha subido alrededor de un 4 por ciento, la vida real dice que todo ha subido mucho más, que vivir y llegar a fin de mes se hace cada día más complicado. Con el fin de año han llegado los recuentos de subidas en los alimentos y productos básicos y las cifras son estratosféricas: una gran cantidad de productos se encareció por encima del 10 por ciento. Según datos elaborados por el ministerio de Industria, Turismo y Comercio, encabeza la lista el aceite de girasol, que ha subido un 33,74 por ciento en un año. Detrás van la leche estilizada (un 25,85 por ciento más), las cebollas (20,2 por ciento) y otros tantos productos que necesita toda familia para subsistir. Por si fuera poco: el paro. La peor cifra desde 2002 (último año en el que se registró un aumento). A finales de 2008, había un total de 106.674 personas más sin trabajo con respecto a hace un año. El presunto culpable: la construcción. No se venden las casas, se dejan de construir, se arruinan las constructoras, sobran los trabajadores. Pero, más allá de datos concretos y descontento popular, hay un fantasma que planea sobre la sociedad española: la recesión. La pescadilla que se muerde la cola: el miedo a que si todo sube, no llegue el dinero y se dejen de comprar las cosas, se dejen de fabricar, se cierren las empresas y el paro continúe subiendo… El tiempo dirá si esta situación acaba por producirse pero, lo que sí es seguro, es que todos estos datos afectan a millones de ciudadanos en su vida cotidiana y que, los políticos, en lugar de tratar de hacer algo por solucionarlos, les va a faltar el tiempo para utilizarlos como armas arrojadizas contra su rival para lograr su único y definitivo deseo: ganar las elecciones, cueste lo que cueste.