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CIENCIA-ÉTICA

El feto no es la única víctima del aborto

Fotografía
Por Esteban del PozoTiempo de lectura3 min
Sociedad22-12-2007

La ley del aborto se aprobó el 5 de julio de 1985, con ella quedaba despenalizado en los casos de violación, si se hacía en las 12 primeras semanas; si se presume que el feto va a nacer con graves taras físicas y psíquicas, si se practica dentro de las primeras 22 semanas de embarazo; y si el embarazo supone un peligro para la vida o la salud física o síquica de la embarazada.

El texto deja algunos cabos sueltos como son el límite de gestación para realizar un aborto en el caso de riesgo psíquico o físico para la mujer, y la posibilidad de prescindir del dictamen y consentimiento expreso de los médicos en los casos de urgencia. La aprobación del texto vino precedido por fuertes discusiones en el Congreso y por la manifestación que recorrió la calle Serrano de Madrid, Marcha por la vida 85. Las técnicas para practicar un aborto varían de acuerdo con el tiempo de gestación. Cuanto más temprano se realice, menor resultará el riesgo. Los principales métodos son los de aspiración, para embarazos de menos de doce semanas. Consiste en vaciar el útero materno. El legrado es una operación quirúrgica que sirve para complementar al método de aspiración. La píldora abortiva se aplica a gestaciones de menos de siete semanas y requiere una atención clínica especializada. Finalmente, el de inducción, para gestaciones de más de 14 semanas, provoca la expulsión del útero. Según una responsable de la clínica Isadora, estas intervenciones cuestan entre 450 y 500 euros, dependiendo del tiempo de gestación de la mujer. Síndrome post aborto El gran desconocido para gran parte de la sociedad y que se hace presente en las madres, familias o personas cercanas a la mujer que no dio a luz es el síndrome post aborto. Se trata de un cuadro asociado al Trastorno de estrés postraumático que afecta a víctimas de actos terroristas y violentos y deriva en dolencias tanto físicas como psíquicas. En algunos casos, la mujer siente tanto la pérdida del hijo que necesita volver a quedarse embarazada, pero como sus circunstancias no han cambiado vuelve a abortar, entrando en una espiral de difícil salida. Esperanza Puente que se vio abocada a abortar a los 27 años. “Lo primero que sentí al saber que esperaba a mi segundo hijo era felicidad” cuenta. Pero su pareja la abandonó y quienes la rodeaban la presionaron para que abortase: “Fui a la clínica Dator y sin darme información alguna establecieron un plazo de 24 horas para que tomase la decisión, al final, aborté. El primer síntoma del síndrome lo padecí en la propia clínica ya que después de abortar dejaron el feto al lado mío y empecé a quedarme sin respiración de la angustia que sentía, después de eso todo era negativo para mí, lo pagaba con mi hijo y todo lo malo que me pasaba pensaba que me lo merecía. Ya he superado este trance pero ahora estoy pasando por la etapa del duelo”. Esta patología afecta al 91 por ciento de las mujeres que abortan según un estudio de la plataforma No más silencio. Según la Asociación de Mujeres Jóvenes muchas de las mujeres que no han pasado por este trance no dan su testimonio porque “están amenazadas por grupos provida, incluso a una chica la agredieron en el propio portal de su casa”. La otra opción es la que tomó una alumna de la universidad Francisco de Vitoria que con 18 años se puso el mundo por montera y decidió seguir adelante con su embarazo. Debido a las presiones que sufrió acudió a la clínica Dator para abortar. “Pero al ver la ecografía de mi hijo me di cuenta de que no podía abortar aunque mucha gente me dijese que estaba loca”, comenta. Todo ese sufrimiento se vio recompensado al tener por primera vez a su hijo en brazos. “Ha sido el momento más bonito de mi vida, todavía me sigo emocionando cuándo lo recuerdo. Tener a mi hija es lo mejor que me ha pasado en la vida”, concluye la feliz madre.