Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

HISPANOAMÉRICA

El retorno de los países satélites

Por J. F. LamataTiempo de lectura4 min
Internacional18-11-2007

El último incidente entre el jefe del Estado español con el mandamás venezolano ha vuelto a atraer la atención sobre las situaciones de una cadena de países sobre los que cae la sombra de ser "países satélite", en esta ocasión no de Moscú ni de Washington, sino de Caracas.

Hugo Chávez puede estar satisfecho en su Venezuela, donde en breve se aprobará la modificación que reformará la Constitución que él mismo sacó adelante hace un par de años y que le permitirá ampliar mandatos indefinidamente, disposición que hace difícil no ser mal pensado, pero no se debe ser injustos con un presidente elegido democráticamente, aunque tampoco sería la primera vez que la historia del mundo se encuentra con caudillos ex golpistas elegidos mediante las urnas. De momento ya tiene satélites. Nicaragua es uno de ellos y donde se aplicó lo de "mejor malo conocido..." con Daniel Ortega, que demostró recientemente el poco aprecio que tiene hacia los españoles. Ortega, que fuera dictador comunista entre 1979 y 1990 tras derribar la tiranía del clan Somoza, recuperó el poder tras lograr un cambio en el sistema electoral que impidiera las segundas vueltas en las que siempre perdía. Nada más ganar llamó a Chávez para proponerle su lealtad. En Bolivia, el indígena de la coca, Evo Morales, arrasó en las presidenciales. El primer día dijo que gobernaría tranquilamente y no reformaría el plan sobre drogas, para al segundo llamar terrorista a George W. Bush en Al Yazira y demócrata a Fidel Castro. Las cumbres entre Morales y Chávez demostraron su alineamiento. En Ecuador, país acostumbrado a los populismos, Adbalá Bucaram dijo querer ser el nuevo Chávez, pero no fue él sino el joven ultraizquierdista Rafael Correa el que se impuso y, siguiendo el guión venezolano, decidió la inmediata reforma de la constitución para imponer otra que se amoldara más a la causa revolucionaria. Por último y no menos importante, la Cuba de Fidel Castro, que puede congratularse de, tras tantos años aislada del mundo de haber encontrado tan valerosos escuderos. Se dan distintas interpretaciones a los planes del Gobierno venezolano, pero lo que está claro es su interés de captar aliados. "Yo creo en Leonel profundamente y estoy dispuesto a apoyarlo a él para que República Dominicana salga de la difícil situación económica que han heredado. Pero mejor es salir juntos de la crisis profunda que hemos heredado", estas palabras de Chávez hacia el mandatario dominicano parecen indicar que quiere incluirlo en su sector. Los socialdemócratas Los gobiernos socialdemócratas intentan mantener una política "neutral", no quieren enunciar "revoluciones" en sus mandatos, pero tampoco quieren que se les tache de "pro-americanos", así que quedan al margen. Michelle Bachelet, presidenta de Chile, no pareció atreverse a parar a Chávez en la célebre cumbre pese a que éste interrumpía el turno de palabra de España. Quedan enmarcados también en esta postura, el Brasil del ex obrero Lula da Silva y la Uruguay de Tabaré Vázquez. De aquí se descuelga el presidente peruano, Alan García, que fue el primero en llamar a España para solidarizarse tras el incidente. Se comprende si se recuerda que Chávez llamó "ladrón" a García y aquellos regalos envenenados de ayuda humanitaria que envió Caracas con etiquetas del pro chavista Humala durante los últimos terremotos en Perú. Los liberales También dispar es la postura de los conservadores. "Uribe es la derecha, pero jamás ha dicho nada contra Chávez ni Chávez contra Uribe, así debe ser", dijo el presidente venezolano en su programa demostrando su interés en mantener buenas relaciones con Colombia, país que suele liderar la ideología conservadora en Latinoamérica. Recientemente, le llegaron inesperados apoyos del colorado Nicanor Duarte, presidente de Paraguay. Diferente es el caso de México, a cuyo presidente definió Chávez como "camarilla Calderón" y "cachorro del imperialismo". México respondió asegurando que ellos no se someterán nunca ni a él ni a Estados Unidos. Entre los más distantes a Venezuela se sitúan el liberal Óscar Berger, presidente de Guatemala, que advierte de los riesgos de la revolución bolivariana, de que un país trate de influenciar a otros y de la polarización del continente. "No se va a tolerar la injerencia de Chávez" dijo Berger, quien trata de mantener buenas relaciones con Madrid. En cuanto al ex premio Nobel de la Paz, Óscar Arias, que preside Costa Rica, pese a su buen talante, no pudo evitar criticar el "resentimiento antiamericano" de algunos países. Arias calificó los sucesos de la cumbre de "lamentables" y aportó el dato de que Bachelet había pedido a Chávez que se limitara a hablar tres minutos pero que éste contestó que hablaría lo que le diera la gana. Sólo el futuro juzgará los resultados de esta extraña política de influencias de Venezuela, pero el fenómeno Chávez ya ha marcado un antes y un después en la historia de todo un continente.