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CUMBRE IBEROAMERICANA

La relación diplomática con Hugo Chávez da un vuelco

Fotografía
Por Antonio PérezTiempo de lectura4 min
España11-11-2007

En los últimos ocho años, los gobiernos de Aznar y el de Zapatero han mantenido distintas relaciones con Venezuela, desde el apoyo del ex presidente a la intentona golpista en 2002 al acercamiento y la colaboración del gobierno socialista, pasando por la venta de aviones al Ejecutivo de Chávez.

Antes de ganar las elecciones, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había asegurado que las relaciones con Iberoamérica serían reforzadas si conseguía llegar a La Moncloa. La propuesta del líder socialista chocaba directamente con la postura del último gobierno de Aznar, que reforzó los lazos entre España y Estados Unidos y criticó con dureza a los sistemas políticos de países como Cuba y Venezuela. La mirada de Aznar se centró en Norteamérica, especialmente después de los atentados del 11-S en Nueva York, y su alianza con el presidente George W. Bush, así como su política hacia Cuba y Venezuela llegó a convertir al ex presidente en uno de los dirigentes europeos más criticados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el entonces máximo líder político de Cuba, Fidel Castro, que llegó a afirmar que Aznar era el “führercito”, en referencia al dictador alemán Adolf Hitler, para criticar que el líder del PP defendiera una sanción económica de la Unión Europea a Cuba. La postura de Aznar durante las semanas previas a la invasión de Irak, al respaldar la acción respaldó junto a Bush y el entonces premier británico, Tony Blair, también supuso un reforzamiento en la alianza con Estados Unidos y, casi como consecuencia, un empeoramiento de las relaciones con Cuba y Venezuela, que mantenían un discurso contrario a las tesis norteamericanas. El golpe de Estado en Venezuela Con la llegada de Zapatero en 2004, desde La Moncloa también se cumplió la palabra dada y, además de reforzar los lazos de España con Venezuela, Cuba o Brasil, también bendijo la llegada de nuevos gobiernos latinoamericanos de corte populista, como el de Evo Morales en Bolivia. Poco después de la inauguración de la legislatura, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, aseguró públicamente que el ex presidente Aznar había apoyado el intento de golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez en abril de 2002. En concreto, afirmó que el embajador español en Venezuela había recibido órdenes directas de apoyar el golpe contra Chávez mientras destacó que el Gobierno de Zapatero respetaría el “masivo apoyo popular” recibido por Chávez, así como “la consolidación de las instituciones democráticas” en Venezuela. El inicio de las buenas relaciones con Venezuela se plasmó en noviembre de 2004, con una visita oficial de Chávez a España, en la que el presidente venezolano mostró esperanzado con el “nuevo rumbo” que Rodríguez Zapatero había imprimido “a la política exterior de España”, además de hacer una referencia directa a la “fuerte y clara presencia de España en una nueva línea que en América Latina estábamos esperando hace bastante tiempo”. Del mismo modo, Chávez aludió a la importancia de España y, en concreto, al papel de Rodríguez Zapatero en la integración de Iberoamérica con Europa. Venta de armas a Chávez En 2005, Venezuela volvió a ser el centro de atención debido a la venta de material bélico a Venezuela por parte de empresas españolas, una operación que contó con el beneplácito del Gobierno de Zapatero. Por su parte, Estados Unidos criticó el pacto y trató incluso de vetar el acuerdo, ya que parte del material que se iba a vender tenía tecnología americana, algo que llevó a una mayor tensión entre el gobierno de Bush y el de Zapatero y, en parte, más leña al fuego para el discurso de Hugo Chávez, de marcado corte antiamericano. El entonces ministro de Defensa español, José Bono, defendió la venta a Venezuela de doce aviones y ocho buques patrulleros por un valor de 1.700 millones de euros y aseguró que no se trataba de armas, algo que, según aseguró, sí que vendió España a Venezuela desde el 2000 a 2003, mientras Aznar gobernaba el país. Las relaciones entre ambos países eran muy cordiales ya en la celebración de la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Salamanca en octubre de 2005, que impulsó una nueva relación entre España y Latinoamérica. A esa cumbre no asistió Castro, que poco a poco, y en plena sintonía ideológica, fue cediendo protagonismo a Chávez en la escena internacional. Ese peso le llevó a erigirse como un estandarte especialmente crítico con las acciones del gobierno norteamericano, algo que quedó manifiesto en discursos como el mantenido en la 61 Asamblea General de la ONU en septiembre de 2006, en el que llegó a comparar a Bush con el diablo y llegó a decir que las pretensiones hegemónicas de Estados Unidos ponían en peligro al planeta. Con el desencuentro protagonizado en la XVII Cumbre Iberoamericana, en la que el rey Juan Carlos I mandó callar al dirigente venezolano después de que éste llamara “fascista” a Aznar, los vínculos entre ambos países entran en una delicada situación. A pesar del cambio de 180 grados del Ejecutivo socialista con respecto a Venezuela y, aunque tanto Chávez como Rodríguez Zapatero han defendido que la discusión no afectará a sus relaciones diplomáticas, lo cierto es que, varios días después del incidente, la llama que encendió la mecha sigue sin apagarse.