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BÉLGICA

La crisis política bate récords y pone al país al pie de la ruptura

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional11-11-2007

La crisis política abierta en Bélgica por la imposibilidad de los partidos flamencos y valones para formar gobierno está batiendo récords. Ante los llamamientos del rey Alberto II a la clase política para estrechar lazos, el país batió la pasada semana su plusmarca de 181 días sin Ejecutivo. Una crisis que está terminando de minar la ya frágil unión de los francófonos y los neerlandófonos.

Ante la impotencia del claro vencedor de las últimas elecciones en el país, el democristiano flamenco Yves Leterme, de pactar un nuevo gobierno con los liberales valones, el país continúa siendo administrado por el anterior Ejecutivo. Para ilustrar la inusual crisis en Bruselas, la situación en estos momentos sería la misma que si tras las últimas elecciones generales en España el Partido Popular hubiera continuado en La Moncloa durante más de medio año. La clave de las diferencias entre los democristianos y nacionalistas flamencos por un lado, y los liberales valones por el otro, continúa siendo la gran reforma del modelo de Estado pretendida por Leterme. Las intenciones de los flamencos pasan por vaciar al máximo las competencias del Gobierno central para potenciar la autonomía de Flandes y, en consecuencia, también la de Valonia. La radical reforma del sistema convertiría prácticamente a Bélgica de un estado federal a uno confederal. Y es que en los últimos años la idea de la secesión entre los neerlandófonos de Flandes y los francófonos de Valonia está más viva que nunca. Los flamencos inician una guerra política contra los valones El hecho de la crisis política a lo largo de este año no ha hecho más que agravar las diferencias entre ambas regiones. La pasada semana la escalada de tensión culminó con lo que los valones consideraron como prácticamente una declaración de guerra. Los flamencos pusieron en marcha la escisión de la tercera región del país, la de Bruselas Capital, en dos circunscripciones electorales diferentes. Dicha región era hasta ahora el único reducto de mestizaje y convivencia lingüística en todo el país dado que sus habitantes tienen acceso a cualquier organismo oficial tanto en neerlandés como en francés y pueden votar a partidos valones y flamencos. La escisión prevé la separación entre la propia ciudad de Bruselas, eminentemente francófona, y el cinturón de poblaciones de los alrededores, de mayoría flamenca. El resultado será que la circunscripción de los 35 pueblos flamencos de los alrededores de Bruselas será copada únicamente por partidos flamencos, con lo que dejará a los más de 120.000 francófonos residentes en el área sin la posibilidad de votar a partidos valones. Una situación que se asemejaría al hipotético caso de que en Cataluña sólo se pudiera votar en las elecciones generales a partidos regionales o nacionalistas pero agravada por el hecho de que en Bélgica todo ciudadano está obligado por ley a acudir a las urnas. Posible influencia en los nacionalismos catalán y vasco La posible futura escisión de Bélgica en dos estados preocupa en Europa a los países que cuentan con nacionalismos internos, especialmente a España. El precedente que supondría la ruptura de los valones y los flamencos para los nacionalistas vascos y catalanes principalmente podría dar mucha fuerza a los deseos soberanistas en ambas regiones. Como prueba de la influencia del caso belga, el Gobierno flamenco anunció hace apenas unos días su intención de abrir una oficina en España a modo de embajada para “ganar presencia en el sur de europa, mejorar las relaciones económicas y fortalecer los lazos con Euskadi y Cataluña, dos naciones que, como Flandes, tienen su propia lengua y aspiran a una mayor autonomía”.