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ESTADOS UNIDOS

El escudo antimisiles resucita en Rusia el mito de la Guerra Fría

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional04-11-2007

Estados Unidos realizó la semana pasada otra exitosa prueba del denominado escudo antimisiles, cuya instalación prevé construir dos lanzaderas de proyectiles defensivos en Polonia. Un emplazamiento que ha abierto una crisis con Rusia, recelosa por la cercanía de la hipotética implantación de dichos proyectiles a su frontera y que está resucitando los viejos fantasmas de la Guerra Fría. Tal es el rechazo de Moscú al proyecto que hace apenas unas semanas el presidente ruso, Vladímir Putin, comparó la actual situación con la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962.

El último y exitoso test del escudo antimisiles norteamericano dejó de manifiesto la potencia del proyecto de la Casa Blanca. En un nuevo ensayo en una isla del archipiélago de Hawaii, el sistema antimisiles fue capaz de interceptar y destruir un proyectil fuera de la atmósfera terrestre. El experimento puso así a prueba la capacidad de sincronización de las tres partes que conforman el sistema: el radar, el centro de comando y las lanzaderas, ante la atenta mirada de representantes de países interesados en comprar el escudo, principalmente Israel. El funcionamiento del escudo antimisiles depende de una complicada red de dispositivos desplegados en todo el mundo. Ante un hipotético ataque, el primer sistema en entrar en juego sería el de los radares y satélites de respuesta rápida, capaces de identificar un proyectil en el justo momento en el que éste se encuentra a su alcance. Estos primeros radares activarían otros de alta resolución en tierra que se encargarían de seguir la trayectoria del misil y de efectuar rápidamente una serie de cálculos balísticos para determinar con gran precisión cual sería el blanco exacto. Una vez dado este paso, la información es enviada a los centros de comando, que procesan los datos y envían las coordenadas del proyectil a la lanzadera más apropiada. Por último, la lanzadera dispararía un misil de intercepción equipado con pequeños cohetes para maniobrar hasta encontrar su blanco, el proyectil enemigo, que sería destruido en el aire. Rusia dice sentirse amenazada El más ferviente opositor del proyecto antimisiles norteamericano es Rusia, indignada con la instalación de dos lanzaderas en Polonia, a escasos kilómetros de su frontera. Pese a todo, Washington afirma no entender los temores del Kremlin ante lo que considera una medida de protección para sí y para sus aliados europeos de los países englobados en el eje del mal. Pero Moscú, con una relación política con Irán bastante distanciada del acoso y derribo estadounidense y contraria a considerar al Estado persa como peligroso, piensa que las bases europeas no están destinadas a tal propósito. En el Kremlin consideran que es impensable que países como Corea del Norte o Irán dispongan de capacidad militar suficiente como para poseer misiles de largo alcance que puedan llegar a impactar en suelo norteamericano. Además, Rusia recuerda que si Corea del Norte tuviese el propósito de lanzar un proyectil contra Estados Unidos iría contra toda lógica que la trayectoria de éste fuese a través de media Asia y Europa en lugar de por el Océano Pacífico. En definitiva, todos los argumentos de Moscú vienen a parar en que el motivo real de la implantación de las lanzaderas en el Viejo Continente es la misma Rusia, y que los misiles podrían ser utilizados como medida disuasoria por Washington en el futuro. El malestar por la cercanía de las bases del escudo antimisiles a la frontera rusa es palpable. Hace apenas un par de semanas el presidente ruso, Vladímir Putin, comparaba directamente la actual crisis con la de los misiles en Cuba durante la Guerra Fría, pese a admitir que el nivel de tensión entre los dos países es a día de hoy bastante más suave. No obstante, en Rusia ya han encontrado un antídoto contra el a priori infranqueable escudo antimisiles. Dicho antídoto se llama RS-24 y se trata de uno de los misiles balísticos más potentes del mundo. Su principal característica, amén de su capacidad para transportar hasta diez cabezas nucleares, es que resulta casi imposible de interceptar y destruir completamente una vez ha sido lanzado, incluso para el escudo norteamericano. Pero lo que en Rusia se ve como un progreso, en el seno de varios países de la Unión Europea se ve como una de las malas consecuencias del proyecto de la Casa Blanca, desatar una carrera armamentística a media escala entre Moscú y Washington después de años de tratados de desarme.