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CHINA

El ‘lado oscuro’ de la República Popular China

Por J. F. LamataTiempo de lectura6 min
Internacional21-10-2007

La burocracia china parece inamovible. Si la llegada de Hu Jintao al poder en 2002 planteó la duda de si éste iba a hacer las esperadas reformas políticas, hoy en 2007, se ve claro que no es esa su intención. El valuarte del comunismo resiste, la espera continúa.

"Cuando China se despierte", dice el lema de los que elogian el ascenso chino, grupo al que se han ido apuntando importantes personalidades desde Ramón Tamames hasta Mariano Rajoy. Aunque quizá el régimen chino tenga, como todas las dictaduras, muchos elementos que elogiar, no por ello deja de ser lo que es: una dictadura. Concentración de poderes en un partido El politburó del Partido Comunista de China (PCCh) mantiene el poder absoluto de todo el país. En cada ciudad, en cada pueblo, las autoridades policiales y municipales tienen un papel de meros "sirvientes" para el delegado del PCCh. La única prensa es la del partido y la justicia está dirigida por los Tribunales Populares formados igualmente por el partido. El líder es, por tanto, Hu Jintao, presidente del Partido Comunista de China, Hu es también presidente de la República Popular China (jefe de Estado) y también jefe supremo de las Fuerzas Armadas (Ejército de Liberación Chino) lo que le pone como la cabeza visible de la dictadura. El otro hombre fuerte es el primer ministro, Wen Jiabao, considerado la cara amable del régimen por su talante negociador. Pero el auténtico número dos es el presidente de la Asamblea Nacional Popular, Wu Bangguo, allegado del anterior líder Jiang Zemin, que sucediera en 2003 al despiadado Li Peng. Culto a la personalidad Hu Jintao, como hiciera Jiang Zemin, ha decidido renunciar al "culto a la personalidad" de su figura. Sin embargo, el culto se mantiene al gran dios Mao Zedong, cuyo rostro se encuentra en todas partes del país, en especial en el mes de octubre, aniversario de su victoria en la guerra civil china y del que quedan atrás sus crímenes -El País los cifró hace poco en 70 millones de víctimas-, que lo colocan por encima de Hitler y Stalin. También tiene su parte Deng Xiaoping -el de la matanza de la Plaza de Tiananmen-: "bienvenido al país de Deng Xiaoping" dicen los carteles de Guagan, su ciudad natal decorada con imágenes de el pequeño timonel. Purgas internas Las "purgas" en el PCCh han sido una constante desde la fundación de la República Popular, superando con creces las stalinistas. Según el momento, las purgas han ido contra distintos sectores, si en los 60 había que borrar del mapa a los "revisionistas" (liderados por el presidente Liu Shaoki, asesinado), a principios de los 70 había que liquidar a los pro-soviéticos (Lin Piao y sus seguidores), y tras la muerte de Mao había que fulminar a los seguidores de la Banda de los Cuatro (maoístas). Conviene recordar que Zhao Zhiyan, primer ministro cuando las revueltas estudiantiles de 1989, pagó con la cárcel el resto de su vida el haber sido demasiado "blando" con aquellos jóvenes, a los que posteriormente Li Peng con la aprobación de Deng, aplastó sin problemas. De hecho, el actual primer ministro, Wen Jiabao, fue la mano derecha de Hu Yaobang, al que abandonó cuando éste fue purgado en 1987 por pedir la liberalización del sistema. En la actualidad, las purgas se dirigen básicamente contra la corrupción, el ex ministro de Tian Fengshan fue condenado recientemente a cadena perpetua por recibir comisiones y el vicepresidente del Parlamento, Cheng Kejie (considerado en el pasado como protegido de Li Peng), fue sentenciado a tiro en la nuca por aceptar sobornos. Represión Un guía chino explicaba a un grupo de turistas españoles de visita en la República Popular China que en Tiananmen en verdad no había muerto casi nadie, pero "que de lo que no podía decir nada es de lo que pasó en los alrededores de la plaza". La sinceridad sorprende, no cabe duda de que la brutalidad de aquello fue de excepción (aunque Li Peng y Deng la calificaran de "gloriosa"), no se puede olvidar que oponerse al partido está contra la ley, como le pasó al opositor Wel Jingsheng, detenido, liberado, luego secuestrado por el gobierno y finalmente deportado. Por poder, se puede formar un partido político con tal de que se presente a las inexistentes elecciones y la Policía sigue persiguiendo a los disidentes y a los ciberdisidentes (Yahoo! está en los tribunales de EE.UU. por haber facilitado al Gobierno chino dos direcciones IP de webs que pedían democracia y que inmediatamente fueron encarcelados). Luo Gan (otro protegido de Li Peng) ha sido el encargado del actual Comité de perseguir al grupo espiritual Falungong, muchos de cuyos miembros han sido detenidos o torturados. De acuerdo con el Gobierno, hay que erradicar a los Falungong porque son "de naturaleza diabólica, que cultiva la mentira y la conspiración, a fin de perturbar la construcción de una sociedad próspera". Taiwán Poco avance tiene la situación en Taiwán desde que, en 2001, las autoridades taiwanesas (a la que cada vez le cuesta más definirse como la china legítima) decidieran disolver el Consejo de Unidad entre ambos países. China nunca ha visto con buenos ojos la negociación con unas autoridades a las que no reconoce y considera que la única vía es la anexión directa de Taiwán con el resto del país. "Nunca toleraremos la secesión de Taiwán de la patria", dijo el propio Hu Jintao, "cualquiera que actúe contra la tendencia histórica está condenado al fracaso". Tíbet Como es lógico, China no considera que invadió Tíbet en 1951. Oficialmente, lo de aquel año fue "la Liberación Pacífica de Tíbet" (que así figura en su historia, que considera que la situación tibetana antes de la invasión era "la más brutal explotación de la historia"). No se puede negar que el sistema de los monjes era semifeudal y que todas las escuelas del Tíbet se hicieron a raíz de la invasión, puesto que antes no había ninguna. Pero una invasión es una invasión y más aún si va acompañada de represión. A la última manifestación de los monjes en 1989, el Ejecutivo (presidido por Li Peng y controlado por Deng) respondió declarando la Ley Marcial en Tíbet y sofocándola. Como es lógico, la reciente condecoración de EE.UU. al "odiado" Dalai Lama (que ya ha renunciado a la independencia y únicamente pide la autonomía de Tíbet), ha sentado muy mal a los chinos que acusan a los americanos de injerencia. Nacionalismos y terrorismo La inmensidad de China le hace tener numerosos problemas con sectores nacionalistas-independentistas-secesionistas en una decena de lugares, como por ejemplo en Gurunchi (frontera con Mongolia), zona de mayoría islámica donde la etnia no se considera china. El Gobierno respondió ordenando la "ocupación" de más de la mitad de las viviendas por población china proveniente del interior hasta asegurarse de que eran mayoría. Sin embargo, el problema de los nacionalismos alcanza un mayor nivel de gravedad si se junta con el terrorismo, como les ocurre en la frontera con Turquestán. Cuando EE.UU. pidió el apoyo de la ONU para su cruzada contra el terrorismo, el delegado chino explicó "China también está amenazada por el terrorismo, las fuerzas terroristas del Turquestán Oriental son entrenadas, equipadas y financiadas por organizaciones terroristas internacionales. La lucha en contra del grupo del Turquestán Oriental es un aspecto importante de la lucha en contra del terrorismo". Aunque ni la ONU ni los países del Caspio parecen demasiado interesados en ayudar a los chinos. Apoyo a dictaduras hermanas EE.UU. no incluyó a China en su lista de países que apoyaban el terrorismo (donde estaban los regímenes de Castro en Cuba, Gadafi en Libia, Al Asad en Siria, Kim Jong-il de Corea, Bashir en Sudán y el difundo Sadam de Iraq). Nada puede conectar al Gobierno chino con ello pero, en cambio, es de todos conocidos que varias dictaduras aisladas internacionalmente se mantienen en el poder gracias al apoyo de China, como es el caso de Corea del Norte y de la Junta Militar de Birmania.