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ARGENTINA

Un tribunal condena a un sacerdote por genocidio

Por J. F. LamataTiempo de lectura4 min
Internacional14-10-2007

El padre Christian von Wernich tuvo que escuchar la sentencia de cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad en la represión que causó la última dictadura argentina que gobernó entre 1976 y 1982 el país.

Sin duda al lector le llamará la atención que se condene a un sacerdote por los abusos de una dictadura militar. Es necesario recordar la condición de ultra católico del dictador argentino Jorge Rafael Videla aunque su interpretación del catolicismo suponga un insulto para los practicantes de esta creencia. Las críticas a la jerarquía de la Iglesia de aquellos años son por mirar a otro lado, pero no fue ese el caso de Christian von Wernich, que presenció las torturas -según la sentencia presenció siete asesinatos-, dio apoyo moral a los soldados represores -el auxilio católico que decía Torres de Tolosa- e incluso sonsacó información a otros detenidos para delatar a sus cómplices, actuación que le ha llevado a la cárcel por perpetuidad. Condena por tribunales argentinos Una de las anomalías de este caso es que hayan sido tribunales argentinos los que hayan dictado la sentencia. Es la segunda vez que la Justicia condena a un represor -el primero fue Miguel Etchecolatz, director de la Policía de La Bonaerense y amigo de Von Wernich, condenado igualmente a cadena perpetua-. Nada más caer la dictadura argentina, fueron detenidos todos los miembros de la junta militar. Ante la sorpresa internacional, el presidente Raúl Alfonsín decretó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que venían a significar que la responsabilidad recaía únicamente sobre los mandamases supremos, es decir: general Videla, Viola y el almirante Massera, que fueron condenados a cadena perpetua. Quedaron pues en libertad los asesinos Suárez Masón -que presumía de haber matado diariamente-, Alfredo Astiz -el ángel rubio que se infiltró entre las Madres de Mayo para asesinar a sus líderes- y Domingo Bussi, que se metió en política y ganó las elecciones en Tucumán. Para terminarlo de arreglar, al llegar al poder, Carlos Menem indultó a Videla, Viola y Massera ante la indignación de gran parte del mundo. La Justicia parecía evaporarse frente a los llamamientos a la "reconciliación nacional". No fue hasta 1998 cuando los tribunales españoles decidieron actuar contra los represores, puesto que los crímenes no habían sido anulados en España. El juez Baltasar Garzón utilizó el testimonio de Scilingo para tramitar una orden de detención contra todos los represores vivos: Videla, Viola, Massera, Suárez Masón, Astiz, Bussi, Torres de Tolosa... todos, que inmediatamente fueron detenidos en Argentina. Coincidiendo con aquello, el Gobierno de Néstor Kirchner anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, dejando el camino abierto para la extradición. Inesperadamente el Ejecutivo de José María Aznar decidió no solicitar las extradiciones. Aznar, el fiscal Cardenal y el fiscal Fungairiño impusieron la tesis de que era la Justicia argentina la que debía actuar. Muy poca confianza podían tener los tribunales que durante años no habían hecho nada mientras que los españoles condenaban a Scilingo a más de 1.000 años de cárcel y sobre Ricardo Caballo se proyectaba la sombra de una condena a 17.000. Las sentencias contra Von Wernich y Etchecolatz pueden devolver la credibilidad a los jueces argentinos. Condenado por genocidio La segunda anomalía es que Christian von Wernich fue condenado por genocidio, al igual que Etchecolatz. Esto es muy importante porque en Argentina se suele usar el termino "guerra sucia" para definir lo ocurrido durante la represión. El abogado asesino Torres de Tolosa explicaba "no fueron 30.000 desaparecidos, fueron 3.000 y eso en una guerra no es tanto". Y es que para gran parte de la población aquello fue una guerra sucia del Gobierno contra el terrorismo comunista (en aquella época existían los Montoneros y grupos trotskistas) y todo valía contra los que empuñaban armas y contra los que no pero pensaban igual que ellos, que eran vistos como en España se vería a los batasunos, con la diferencia de que no se encarcelaba a sus líderes, sino que en Argentina se los exterminaba, como hizo Scilingo arrojándolos al mar. En esta ocasión la Justicia ha reconocido por fin el termino de "genocidio", un buen precedente ante los demás procesos. Errores en la prensa y los otros culpables En el diario El País del pasado 11 de octubre y en varios foros de Internet donde se transcribe su artículo, se lee que la condena a Von Wernich es la tercera a cadena perpetua tras Jorge Tigre Acosta y Etchecolatz. Por desgracia, la condena a Acosta, máximo dirigente del centro de tortura ESMA, no se ha producido todavía. Sí ha habido penas a prisión perpetua contra él en países europeos, al igual que Astiz o Suárez Masón, condenados en Italia y en Alemania en rebeldía, pero condenados en Argentina, de momento, sólo lo han sido peces pequeños de La Bonaerense. Los jefes de la ESMA permanecen simplemente procesados y conforme pasa el tiempo muchos de ellos (como Suárez Masón) mueren en paz sin purgar sus crímenes. La actitud de Von Wernich Durante el juicio, el padre Von Wernich habló del necesario perdón, de Jesucristo y de la ya citada reconciliación nacional. Es lógico, él sólo fue uno de tantos en aquel horror pero debería darse cuenta de que precisamente por lo que era, él estaba más obligado que ningún otro a defender a los martirizados y por ello, sin duda, Von Wernich es, para muchos, el más responsable y más culpable de todos los represores de La Bonaerense. Que lo perdone Dios, la Justicia ya ha hablado.