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IRAQ

Washington, ¬a la caza¬ del petróleo iraquí

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura3 min
Internacional30-09-2007

Las que fueran las peores suposiciones del mundo de la política global hace sólo un par de años, esto es, que la invasión de Iraq tenía para Estados Unidos el fin último de acceder al crudo iraquí vedado por el embargo al régimen de Sadam Hussein, parecen ser más reales que nunca. Al dedo inculpador del ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, hace sólo unas semanas se suma ahora la implacable presión de Washington al Parlamento iraquí para aprobar la Ley de Hidrocarburos. Una ley que hipotecará los suministros del país durante casi medio siglo.

La paciencia del lobby de los magnates energéticos estadounidenses parace agotarse. Al menos es lo que se deduce de las denuncias de diversos miembros del Parlamento iraquí sobre la presión que la Secretaría de Estado norteamericana está ejerciendo para conseguir desatascar la promulgación de la Ley de Hidrocarburos en el país árabe. Una iniciativa que lleva estancada siete meses y que Washington quiere aprobar a toda costa y cuanto antes. El principal problema es que el texto del proyecto de ley no nació de los propios parlamentarios ni del Gobierno, sino que fue redactado por una consultora estadounidense contratada no por el Ejecutivo de Maliki, sino por la Administración Bush bajo el amparo de las principales petroleras y el Fondo Monetario Internacional. Por ello, resulta fácil de comprender todas las trabas de Bagdad para dar luz verde a la nueva legislación de explotación de recursos energéticos, más aún al conocer su contenido. La Ley de Hidrocarburos presentada en el Parlamento iraquí establece un statu quo energético muy diferente al de los países ricos en petróleo de la zona. Para empezar, se limita fuertemente la participación del Estado, que ni siquiera puede gravar con impuestos los beneficios de las multinacionales que salen de sus explotaciones. Algo muy distinto a lo que sucede en Irán o Arabia Saudí, donde diversas compañías estatales mantienen un férreo control sobre las industrias e instalaciones extranjeras. Además, las concesiones que se hagan según la Ley serán inusualmente largas, por lo que sólo será posible revisar los contratos dentro de 35 años. Esto último es especialmente relevante si se tiene en cuenta que Iraq tiene el 10 por ciento de las reservas mundiales de crudo y se especula con que su subsuelo albergue casi el doble de yacimientos sin descubrir. Yacimientos que, según la ley, de descubrirse serían propiedad de las multinacionales con contratos tal y cómo denunció el rotativo británico The Guardian el pasado enero después de que un borrador de la ley le fuese filtrado y cuyos escritos levantaron un creciente movimiento de oposición en Reino Unido amparado por Organizaciones no Gubernamentales, varios premios Nobel y diputados laboristas. El entorno de Bush ya se encuentra en el Kurdistán Pese a que la mayoría de multinacionales americanas se encuentran a la espera del visto bueno del Parlamento iraquí, el empresario Ray L. Hunt, amigo íntimo del presidente George W. Bush y asesor de su Administración, no parece dispuesto a dejar pasar el tiempo. Su compañía la Hunt Oil Company de Tejas ya posee un contrato de explotación en el Kurdistán basado en la nueva ley. El Gobierno pro occidental del Kurdistán iraquí suscribió sin el permiso del Parlamento central de Bagdad la Ley de Hidrocarburos y cedió sus yacimientos a la petrolera texana hace tan sólo unos meses pese a que en la capital del país declararan ilegal el contrato. La maniobra de Hunt ha supuesto un motivo más de tensión entre los nacionalistas kurdos y el Gobierno central creando un conflicto de competencias en el país árabe cuando la convivencia ya se supone complicada. Alan Greenspan: “La Guerra, lamentablemente, fue por el petróleo” Las últimas denuncias de parlamentarios iraquíes sobre las presiones estadounidenses llegan apenas unas semanas después de las palabras de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, toda una eminencia para economistas de medio mundo y aún todo un icono en Wall Street, sobre de los motivos de la Guerra de Iraq en 2003. Greenspan señaló “entristecido” que existe “un inconveniente político a día de hoy” para “reconocer lo que todo el mundo presupuso, que el fin último de la invasión fue acceder al petróleo”.