Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ORIENTE PRÓXIMO

Sabra y Shatila, 25 aniversario de un crimen, 25 años de impunidad

Por LaSemana.esTiempo de lectura3 min
Internacional23-09-2007

Sin culpables. Con un número indefinido entre 800 y 2.400 muertes dependiendo de las fuentes, hace ahora 25 años se escribió una de las páginas más sangrientas de la turbulenta historia de Oriente Próximo, la de las matanzas de civiles de los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, en un Líbano en plena guerra civil.

Pese a la autoría directa de grupos armados cristianos maronitas, todas las miradas se dirigieron entonces hacia Israel, ocupada en expulsar a la OLP de suelo libanés mediante una invasión condenada por Naciones Unidas y cuyo Ejército permitió la entrada de las milicias en los campamentos. Desde entonces, las trabas de Tel Aviv a abrir un hipotético proceso para esclarecer responsabilidades es una de las claves por las que este crimen de guerra sigue impune. Las fuerzas israelíes destacadas en Beirut recibieron, a alrededor de las seis de la tarde del 16 de septiembre de 1982, la orden de abrir las puertas de los deprimidos campos de refugiados de Sabra y Shatila a diversas milicias cristianas maronitas, enfrascadas en la guerra civil contra grupos armados musulmanes por el reparto de poder en el país de los cedros. En un crimen por el que ningún responsable ha tenido que rendir cuentas ante un tribunal, resulta aún más desolador comprobar que los máximos mandos de los dos agentes implicados fueron Elie Hobeika por las milicias libanesas, quién desarrollaría más tarde una exitosa trayectoria política en la que llegó a desempeñar cargos gubernamentales, y Ariel Sharon por las tropas israelíes, por entonces ministro de Defensa y que más tarde se convertiría en premier del país con reelección incluida. Su decisión de realizar una incursión en Líbano aquel año para limpiar el sur del país de tropas de la OLP que atentaban sistemáticamente contra el norte de Israel resultó igualmente impune a pesar de ser condenada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Con el pretexto de borrar de Sabra y Shatila a cualquier sospechoso de terrorismo, el resultado fue desolador. Mientras los carros de combate israelíes franqueaban los alrededores y los soldados cerraban las entradas y salidas de los campos, las milicias maronitas, sedientas de venganza tras el asesinato del presidente Bashir Gemayel tan sólo dos días antes, acabaron con la vida de entre 800 y 2.400 civiles, incluidos mujeres y niños. La cifra varía dependiendo de la fuente que se tome como fidedigna, el Mossad israelí -servicios secretos- o Cruz Roja. Impunidad para los responsables Tras el suceso, que supuso un escándalo a escala internacional, especialmente para Israel, el Tribunal Supremo realizó una investigación que terminó por señalar a Ariel Sharon como responsable indirecto de la matanza. Sin embargo, Sharon nunca fue destituido y sólo dimitió después de que más de 300.000 ciudadanos hebreos se manifestaran en Tel Aviv exigiendo responsabilidades en la que fue junto con las protestas por el Plan de Desconexión de Gaza, la mayor congregación de la historia del país. A lo largo del mundo, las protestas contra el Estado de Israel se agravaron hasta el punto de causar varios atentados contra sinagogas en Europa y el boicot en diversas ciudades italianas a las Líneas Aéreas hebreas. Pese a todo, y a que Naciones Unidas condenó oficialmente el suceso, ninguna democracia occidental dio muestra alguna de querer exigir responsabilidades a Israel hasta 1993, cuando un Tribunal de Bélgica intentó juzgar a Sharon por la masacre. Sin embargo, las altas instancias jurídicas del país declararon diez años más tarde que la Justicia belga no tenía competencias suficientes para juzgar a Arik mientras éste fuese primer ministro de Israel. Hoy Sharon se encuentra en coma después de la embolia que lo apeó del poder poco después de renovar su mandato como jefe del Ejecutivo en 2006, con lo que lo más probable es que muera sin ser juzgado. El otro responsable de la matanza, Elie Hobeika, fue asesinado en 2002 mediante un coche bomba explosionado frente a su casa en Beirut.