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RELIGIÓN

Diez años sin la Madre Teresa de Calcuta

Fotografía La madre Teresa de Calcuta murió el 5 de septiembre de 1997

La madre Teresa de Calcuta murió el 5 de septiembre de 1997

Por Esteban del PozoTiempo de lectura3 min
Sociedad07-09-2007

Seguramente haya sido, junto con el Papa Juan Pablo II, la figura más carismática de la Iglesia en el siglo XX. Su hacer es todo un reto para la conciencia de los demás. De pequeña estatura, pero con un corazón rebosante de bondad y una fe y principios firmes como una roca, vivió la Madre Teresa de Calcuta una travesía que acabó hace diez años.

Terminó en la Tierra, pero según sus creencias esa travesía no ha finalizado ya que se encuentra descansando con Dios Padre. Fiel defensora de la vida, la familia, el trabajo, fue todo un ejemplo del amor de Dios a los más necesitados, aunque según ella simplemente quería "hacer algo bello para el Señor". Nació un 26 de agosto en 1910 en Yugoslavia. A los cuatro años ya había echo la comunión y a la edad de seis se confirmó. Cuando cumplió los ocho años la tragedia llamó a la puerta de su familia, su padre había muerto. Gracias a la fe y a la ayuda de su madre y a la parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, este acontecimiento, en vez de hacerla renegar o dudar de sus creencias sirvió para todo lo contrario. Con dieciocho años dejó su casa para ingresar en el instituto de las Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí fue dónde recibió el nombre de Hermana Teresa. Sus primeros votos los hizo con 21 años en Calcuta, dónde comenzó a dar clase en la Escuela para chicas Sant Mary, y se consagró con 29 años de edad, convirtiéndose como ella mismo dijo en "esposa de Jesús para toda la eternidad". El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su "inspiración", su "llamada dentro de la llamada". Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y convirtiéndose en su lucha de supervivencia. Fundar una congregación El propio Cristo reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. Su primer día en los barrios pobres lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba tirado en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día con una misa y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en "los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba". Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas. Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Su amor hacia los más pequeños le hizo reflexionar sobre la lacra del aborto llegando a acusar a "las naciones que han legalizado el aborto de las más pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que morir". La defensa de la vida y el amor la llevó a recoger el Premio Nobel de la Paz asegurando que "no basta con que digamos: yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo. Para que el amor sea auténtico tiene que doler". Ella creía que "la paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría alrededor nuestro precisamos que toda familia viva feliz".