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TOROS

Morante se va otra vez

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Espectáculos21-06-2007

Sí, pero no. Tras su encerrona en Madrid, en la corrida de la Beneficencia, con la plaza casi llena de seguidores morantistas -son numerosos en las plazas de toros- y sus pinceladas -fueron pinceladas- de arte puro, en la cabeza de José Antonio Morante de la Puebla había algo más que una cicatriz en el entrecejo. Triunfó, pero quizás esperaba mayor repercusión.

Tras la tardía jubilación de Curro Romero, la afición sevillana andaba huérfana de duende, del tarro de las esencias, de la estética, de las formas del toreo de durse, hasta que lo encontró en Morante. Pero para andar ante la cabeza de un toro como se debe estar, en la cabeza hay que tener algo más que cicatrices de espejo que tras unos puntitos sirven para calentar al personal, aunque sea con pinceladas de arte en estado puro. Pinceladas... Será porque las esencias se guardan en frasquitos pequeños, dicen. También será, quizás, porque los genios son raros. La rareza de José Antonio Morante, como la de la inmensa mayoría de los que visten de seda y oro, es la de soñar constantemente la faena perfecta. Sin embargo, en él, parece ocurrir lo que al gran pintor ante el lienzo, que hasta encontrar la inspiración tiene que echar unos cuantos borrones. Y el pintor va destruyendo lienzos, una y otra vez, hasta dar con la genialidad. En Morante, como en otros artistas que visten de seda y oro, ocurre que el lienzo con el borrón no se puede destruir. El toreo es arte efímero, en movimiento, y da la impresión de que el diestro sevillano quiere que cada faena sea perfecta. Pero la mayoría de las tardes no lo son las circunstancias. Morante se va. Primero anunció que dejaba su contrato no escrito con Rafael de Paula, pues el veterano matador de toros era quien le apoderaba. Entre los motivos de la ruptura ha trascendido que fue por la elección de los toros por parte de Paula. Después, pidó disculpas a las empresas y a la afición por dejar la temporada a medias, con fechas cerradas y paseíllos por hacer. Hace tres años, también tras una encerrona en Las Ventas, José Antonio anunció que su salud mental no era la adecuada para jugarse la vida en la plaza. Volvió al año siguiente. Ahora, según anunció en un comunicado, dice que se va, sin más, sin dar explicaciones, aunque reconoce que ha meditado la decisión. ¿Cuándo volverá a vestirse de luces el artista sevillano? Lo único que debe tener claro es que miles de morantistas le estarán esperando.