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ECUADOR

La confrontación entre el presidente y el Parlamento, en punto muerto

Por J. F. Lamata MolinaTiempo de lectura2 min
Internacional29-04-2007

Nada más llegar al poder Rafael Correa, en 2006, y su decisión de acabar con el “neo-liberalismo” en Ecuador –al que culpa de todos los males– se hacía evidente que se avecinaba una pugna con el Congreso Nacional de Ecuador, salido de las elecciones de 2004 donde dominaba de manera clara.

Rafael Correa decidió impulsar, en 2006, su propuesta electoral de reemplazar el Congreso Nacional por una Asamblea Constituyente que forme la nueva Constitución del país para el cambio radical que preconiza. La Asamblea que encabezará él mismo debía convocar un referéndum y para ello, teóricamente, debía apoyarlo el Congreso. Pero el Parlamento, dominado por la oposición, no estaba por la labor. El partido mayoritario es el PRIAN de Álvaro Noboa, el candidato derrotado por Correa en las últimas elecciones, considerado el más rico del país y, por tanto, un hombre de la Banca. Lo mismo ocurre con el Partido Social Cristiano y para los partidos de los polémicos ex presidentes Lucio Gutiérrez (PSP) y Abadalá Bucaram (PRE). El pasado marzo saltaba la noticia de que el Tribunal Supremo ordenaba la destitución de 57 diputados, pertenecientes a los partidos mencionados. Los diputados restantes no destituidos reaccionaron acatando la normativa y aproximando sus posiciones a Correa, incluyendo el propio presidente de la cámara, del PRIAN, al que Novoa y los destituidos inmediatamente declaraban “traidor”. Los diputados destituidos aseguraban una “persecución política” contra ellos. El referéndum celebrado en abril supuso un espaldarazo total para los planes de Rafael Correa -logró el 82 por ciento de los votos, mientras que el “no” que preconizaban los partidos del Congreso apenas sumó un 12 por ciento-. Parece, pues, que la mayoría de ecuatorianos dan la espalda a los partidos tradicionales. La última fase del culebrón llegó la pasada semana cuando el Tribunal Constitucional ha contradicho al Supremo y ha decretado la restitución de 50 diputados -quedaron descolgados siete que no apelaron al Constitucional-. El Congreso, ahora dominado por Correa, ha contestado destituyendo a todos los miembros del Tribunal Constitucional. No obstante, pase lo que pase, la Asamblea de Correa ya es un hecho y con ella tiene “plenos poderes” -así constaba en el referéndum- para hacer todos los cambios que quiera hasta la nueva convocatoria electoral de 2008.