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IRÁN

El enésimo pulso de Teherán con Occidente

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional08-04-2007

La captura de los 15 soldados británicos por parte de Irán, liberados la pasada semana, supone tan sólo la punta del iceberg de las más que tensas relaciones entre el país persa y Occidente. Y es que al último gesto de Teherán con Reino Unido hay que sumar la polémica suscitada por la negación del Holocausto por parte del Ejecutivo de Ahmadineyad, la probada financiación de grupos terroristas y el desafío nuclear a la Comunidad Internacional para así poder comprender el pulso que mantiene la clase política iraní con Europa y América.

No es ningún secreto que Irán es a día de hoy una de las principales preocupaciones de la diplomacia occidental, que ve en el país persa una bomba de neutrones para la estabilidad de Oriente Próximo. En los últimos tiempos, Teherán ha hecho méritos propios para obtener esta fama por varias razones. La primera de ellas es la más que probada relación entre las organizaciones Hamas y Hezbola y la República Islámica. En el caso de Hamas, la organización fue fundada en el mismo Irán en la década de 1980 por palestinos exiliados y hoy en día los miembros más amenazados por el Ejército israelí como Jaled Misal se refugian en el país persa, que no reconoce al Estado de Israel. En el caso de Hezbola, el partido-milicia bebe directamente de las enseñanzas del Ayatolá Jomeini, cabecilla de la Revolución Islámica iraní, y mantiene fuertes vínculos con Teherán. En ambos casos Irán proporciona dinero y armas a las milicias de las dos organizaciones. Pese a que las posiciones de Hamas tienden a ser más moderadas en los últimos tiempos, su inclusión en las listas de organizaciones terroristas de Estados Unidos y la Unión Europea supone indirectamente un escollo en las relaciones bilaterales con Irán. Teherán en el club de los proscritos Su régimen ultrarreligioso, aunque menos feroz que el de Arabia Saudí pese a ser aliado norteamericano, su relación con Hamas y Hezbola y su posicionamiento respecto al Estado de Israel le han costado a Teherán su inclusión en la lista de países del Eje del Mal promulgada con asiduidad por Washington. La consiguiente marginación política de Irán en la escena internacional ha propiciado el establecimiento de fuertes lazos con otros regímenes proscritos para el Gobierno norteamericano como el de Hugo Chávez en Venezuela, Fidel Castro en Cuba e incluso Kim Jong-il en Corea del Norte. Pertenecer a este selecto club también ha supuesto un obstáculo en las relaciones de Teherán con Occidente. La cuestión nuclear El panorama de las relaciones exteriores de Irán provocó inevitablemente que medio mundo se tambalease cuando hace apenas unos años el presidente del país, Mahmud Ahmadineyad, anunciase su intención de dotar a su país de energía nuclear. Casi con un esquema irracional de estímulo-respuesta comenzaron inmediatamente los rumores acerca de las intenciones y la naturaleza del futuro programa nuclear de Irán. Desde entonces se iniciaron las negociaciones para que Teherán suspendiese sus actividades atómicas entre Irán y las potencias del 5+1 (Rusia, China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania) que de momento sólo han cosechado fracaso tras fracaso y que le han costado al país persa no sólo más enemistades internacionales sino fuertes sanciones económicas. La última a finales del pasado mes de marzo, cuando Teherán incumplió por enésima vez el plazo de Naciones Unidas para suspender su programa nuclear y se vieron recortadas sus exportaciones de armamento, se congelaron varias cuentas de entes estatales en el extranjero y se restringieron los créditos internacionales al Gobierno iraní. La respuesta de Teherán de momento ha sido, al contrario de lo que se pretendía, la de torpedear aún más su cooperación con la agencia atómica internacional e incluso el Ejecutivo ha avisado a aquellos países que estén apoyando las resoluciones en contra de la República Islámica de que si no cesan en su actitud se revisarán sus acuerdos comerciales. El nuevo examen de la situación, que no prevé ser mucho más halagüeño que éste, será a finales del próximo mayo, cuando expire el nuevo plazo dado por la ONU para que Irán coopere con los organismos internacionales. La cuestión nuclear ha sido, sin duda alguna, el agente principal de las malas relaciones de Irán con el exterior en los últimos meses. Su actitud incluso ha llegado a disparar los rumores en varias ocasiones de una posible intervención militar de Naciones Unidas en el país persa. Sin embargo, tal posibilidad nunca ha pasado de las especulaciones y el crudo frente abierto en Iraq frena al menos de momento el ansia batalladora de un sector de Occidente por miedo a que un segundo frente propicie mayor inestabilidad en la región y motive un alineamiento de la sociedad de Oriente Próximo y Medio contra las potencias extranjeras.