ORIENTE PRÓXIMO
Sin avances hacia la paz en una semana marcada por la violencia
Por Salvador Martínez Más3 min
Internacional04-03-2007
Lo que los militares israelíes llamaron Invierno Caliente fue para los habitantes de Nablus, ciudad situada al norte de Cisjordania y habitada por 100.000 personas, tres días de inigualable ocupación militar y una de las mayores perturbaciones de la vida cotidiana registrada en los últimos tiempos.
Ese Invierno Caliente costó las heridas a una quincena de personas y se llevó por delante la vida de otra, un ciudadano palestino que intentaba arreglar la reserva de agua de su domicilio, situada por en el techo de su casa. El francotirador del Ejército israelí que cercaba Nablus, y especialmente a los 10.000 habitantes de la ciudad vieja sujetos a toque de queda, no erró su disparo, que impactó en la garganta de Adnan Al-Tibi, de 51 años, sino en la interpretación que hizo de la diana. Para el tirador, Al-Tibi, debió de ser un terrorista palestino. Porque el Ejército israelí fue a Nablus en busca de militantes palestinos y de la logística de quienes perpetran atentados contra Israel y las colonias con las que el Estado israelí ocupa ilegalmente el territorio palestino. Según las fuentes militares israelíes que explicaron el asedio a la ciudad palestina la semana pasada, Nablus es un bastión del “terrorismo”. De los 1.090 supuestos palestinos que intentaron cometer ataques contra Israel en 2006, 726 venían de esa ciudad. Esta proporción, del 66 por ciento, debía justificar “la mayor operación militar contra el territorio palestino de Cisjordania desde hace dos años”, según Steven Erlanger, jefe de la corresponsalía de The New York Times en Jerusalén. Sin embargo, no es menos cierto que operaciones como “esta minan los esfuerzos que se están haciendo para mantener el alto el fuego con Israel”, declaró el presidente palestino, Mahmud Abbas. Sobre todo, cuando los resultados de la operación no fueron excesivamente notables: el arresto de cinco militantes palestinos y la destrucción de tres talleres de fabricación de explosivos. Una hipotética ruptura del alto el fuego declarado por las principales milicias palestinas, controladas por el partido presidencial -Fatah- y el gubernamental -Hamas- de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ensombrecería el encuentro sin resultados tangibles que mantuvieron a finales de febrero Abbas, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice. Aún más grave sería que operaciones como Invierno Caliente, que Israel podría repetir en cualquier momento, dinamiten las negociaciones entre Hamas y Fatah para formar un gobierno de unidad nacional. Según Ghazi Hamad, portavoz de Hamas, tanto Invierno Caliente como la ejecución extrajudicial de tres militantes palestinos del grupo islamista Yihad Islámica del pasado miércoles, “indican que el Gobierno israelí intenta convertir en un fracaso el acuerdo entre facciones alcanzado en La Meca”. Sea como fuere, a finales de la semana pasada, las diferencias entre los dos principales partidos palestinos volvían a aflorar a cerca de quién ocuparía el puesto de ministro del Interior. Según el acuerdo de La Meca, ese cargo, junto con el de ministro de Finanzas y el de Asuntos Exteriores, tendrían que ser ocupados por personas independientes políticamente. Así las cosas, está por ver si, como dicen en las altas instancias de la ANP, esta semana se anunciará el gobierno de unidad nacional. De ser así, el anuncio coincidiría con la semana en que se reunirá el Consejo Europeo y gracias al cual la UE podría pronunciarse oficialmente sobre el hipotético nuevo gobierno palestino. EE.UU. ha adoptado una posición cautelosa, sin apostar con firmeza por o contra el nuevo gabinete. Por su parte, Israel no considera que, como dicen en la ANP, “un gobierno con Hamas no es un gobierno de Hamas”.