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ANIVERSARIO

Cuando Chillida no peinaba San Sebastián

Por María AyudaTiempo de lectura1 min
Cultura20-02-2007

En su día, concretamente el 3 de septiembre de 1977, la célebre obra El peine del viento no contó con corte de cinta oficial, ni la presencia de reconocidas autoridades. Fueron los primeros viandantes los que inauguraron, con su asombro y curiosidad, el recién descubierto 'Peine de los vientos', que años más tarde se convertiría en el emblema de la capital donostierra.

Treinta años después, las enormes piezas de acero, colocadas junto al mar, siguen provocando la emoción de extraños y locales. Por eso, San Sebastián no ha querido dejar pasar más tiempo para celebrar estos treinta años en los que el viento ya tiene quién lo peine. “Peine del Viento. De la idea al proyecto: realización de un sueño” es la exposición que ha dado el pistoletazo de salida a los numerosos actos conmemorativos que se desarrollarán a lo largo de 2007 para rendir homenaje a esta obra emblemática y a su inventor e ideólogo, Eduardo Chillida. En la exposición, que se inauguró el pasado jueves en el museo Chillida Leku, pueden verse los planos y fotografías a partir de los cuales se gestó la popular obra en la que también participaron el arquitecto Luis Peña Ganchegui, que diseñó la plaza que da acceso al Peine del Viento, el ingeniero José Mari Elósegui que dirigió la instalación de las piezas y el industrial Patricio Echeverría, en cuya empresa se fundieron las esculturas. Conciertos, danza, espectáculos, concursos y más exposiciones serán parte de la programación prevista para este aniversario, en la que San Sebastián respirará Chillida por todos sus rincones. Las obras públicas tuvieron una gran relevancia en la trayectoria del célebre escultor. No en vano, Chillida realizó un total de 43 esculturas públicas repartidas por diferentes ciudades del mundo, pues como él mismo reconocía "lo que es de uno es casi de nadie". Con ese pensamiento, Chillida hizo del Peine del Viento, una obra de arte de la que todos somos propietarios desde el momento en que estamos delante de ella. Sigamos peinando el viento al menos otros treinta años más.