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FRANCIA

Comienza el juicio contra el semanario francés que caricaturizó a Mahoma

Por Salva Martínez Mas. PARÍSTiempo de lectura3 min
Internacional11-02-2007

“Es duro ser amado por gilipollas [sic]”, se lamentaba hace un año una caricatura del profeta Mahoma firmada por Cabu, dibujante del semanario satírico francés Charlie Hebdo. Ese dibujo y la reproducción en sus páginas de dos caricaturas aparecidas en el diario danés Jyllandis Posten llevó la semana pasada a los tribunales, a iniciativa de las organizaciones del Islam de Francia, al director del semanario francés, Philippe Vall.

Philippe Vall, el director de la publicación satírica francesa, Charlie Hebdo salía el pasado jueves del tribunal correccional con aire casi jocoso. Acababa de defender su publicación y a los caricaturistas que en la edición especial de hace un año, parodiaban a gran parte de las deidades habidas y por haber, y con especial saña a las que representan a los tres grandes monoteísmos. Vall podía estar satisfecho de su defensa. La fiscal, Anne de Fontette, pidió el sobreseimiento del caso tras los dos días de vista oral celebrados la semana pasada. Antes de dejar en total libertad al director del semanario y que todos los interesados quedaran en espera de que se dicte sentencia el próximo 15 de marzo, de Fontette señaló que “es evidente que en esas caricaturas no se denuncia el supuesto oscurantismo de la religión musulmana, ni su proselitismo o sus fallos, sino la utilización que hacen los terroristas que pretenden actuar en nombre de esa religión”. Sin embargo, los denunciantes, la Liga Islámica Mundial y los representantes de los intentos de institucionalización de Islam en Francia que son la Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia (UOIF) y la Gran Mezquita de París entienden que los dibujos sobre Mahoma de Charlie Hebdo y las reproducciones del Jyllandis Posten que se contenían en la edición especial contra las religiones son constitutivos de delito: “una injuria contra un grupo de personas en razón de su religión”. O lo que es casi peor, para esas organizaciones, reproducir las caricaturas de un Mahoma que, en el cielo, asegura a islamistas que acaban de cometer un atentado suicida que no le quedan vírgenes para dar a todos las siete que se prometen a los mártires, o de un Mahoma cuyo turbante es también una bomba, sería un acto “racista”. “Esta amalgama entre integristas y musulmanes en su conjunto son manifiestamente una declaración racista deliberada”, según los denunciantes. Para Dalil Boubakeur, rector de la Gran Mezquita de París y presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán, lo importante es “dar cuenta a los juristas de la existencia de un Islam de Francia, la segunda religión” del país, al contar con casi cinco millones de creyentes en el hexágono que forma el territorio galo. Sin embargo, el peso de la argumentación de las instituciones islámicas no fue ni por asomo similar a la gravedad de la reacciones de las opiniones públicas de los países arabo-musulmanes desatadas por las caricaturas del Jyllandis Posten. Por su parte, la causa de Vall estuvo apoyada por argumentos que vinieron de todos lados. Políticos, de todas las corrientes mayoritarias, derecha, izquierda y centro se expresaron a favor de la “libertad de expresión”. El ministro del Interior y de los Cultos Religiosos y principal candidato conservador a las elecciones presidenciales francesas, Nicolas Sarkozy, dejó claro en una nota leída el pasado miércoles en el juzgado que “prefiere el exceso de caricaturas a su ausencia”. Habrá que esperar poco más de un mes para ver cuál es la decisión judicial definitiva pero todo parece indicar que en Francia se puede caricaturizar a Mahoma y que Charlie Hebdo seguirá siendo “el reflejo vivo de la libertad de prensa en una sociedad democrática que no puede ser teocrática”, según Anne de Fontette. Un hecho que no quita vigencia al llamamiento en defensa de la responsabilidad cívica que hacía hace un año el intelectual musulmán, Tariq Ramadán: “Los musulmanes tienen que entender que hay libertad de expresión en Europa (…). Por otro lado, existe la necesidad de entender que hay cuestiones sensibles que deben ser tratadas con prudencia y no con provocación. ¿Tener derecho a hacer algo no significa que haya que hacerlo (…) Insulto a la gente bajo pretexto de que soy libre de hacerlo? No. A esto se llama responsabilidad civil”.