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ARQUEOLOGÍA

Encuentran una escultura olmeca de 2.500 años de antigüedad

Por Eliane HernándezTiempo de lectura1 min
Cultura05-02-2007

La mexicana ciudad prehispánica de Zazacatla se ha convertido en toda una fuente de descubrimientos arqueológicos desde que en 2006 comenzaran los trabajos de campo desarrollados en la zona por un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, dirigido por los arqueólogos Giselle Canto Aguilar y Víctor Mauricio Castro.

En enero de este año, después de algunas semanas de excavaciones a 90 kilómetros de Ciudad de México, se descubrieron varias edificaciones que fueron consideradas, por sus dimensiones, parte del centro ceremonial de la ciudad, todas con una antigüedad comprendida entre los 800 y los 500 años a.C., destacando entre ellas un templo olmeca, que es la cultura que está considerada como la madre de la civilización en Mesoamérica. Así, se puso al descubierto la ciudad de Zazacatla, con una extensión aproximada de 9.500 metros cuadrados, y un centro ceremonial constituido por unos 3.000. Ahora, a este descubrimiento inicial, compuesto también de algunas esculturas, se ha unido el hallazgo de un monolito de piedra caliza, de 120 kilos y aproximadamente 2.500 años de antigüedad, correspondiente a lo que podría ser una deidad olmeca. En referencia al cual, el arqueólogo Víctor Mauricio Castro ha indicado que se trata de “una representación en la que es posible distinguir el hombro, el brazo, las piernas, las caderas y las orejeras en el rostro de una persona que probablemente lleva un bulto antropomorfo sobre sus extremidades superiores”. Esta pieza, ha pasado, por tanto, según palabras de Giselle Canto Aguilar, a ser el descubrimiento más importante realizado en los últimos meses, durante los que se han encontrado un total de 23 esculturas de sacerdotes, una cabeza tallada en piedra y una ofrenda mortuoria con 12 cadáveres, algunos de los cuales se encuentran descuartizados. Estas esculturas, en un futuro, serán expuestas en el Antiguo Palacio de Cortés, en la ciudad de Cuernavaca, mientras que los restos humanos, por su parte, se encuentran a la espera de someterse a la prueba del carbono 14 en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.