IRAQ

Los dos ‘alfiles’ de Sadam Husein, ejecutados en la horca

Por Miguel Martorell3 min

Internacional21-01-2007

Las peticiones de la Comunidad Internacional y del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, al presidente de Iraq, Yalal Talabani, cayeron en saco roto. En la madrugada del día 15, el antiguo líder de Inteligencia del régimen de Sadam Husein y hermanastro del dictador, Barzan Ibrahim, y el antiguo jefe de la Corte Revolucionaria, Awad Hamed al Bandar, fueron ejecutados en la horca. Sin embargo, el Gobierno iraquí se cuidó esta vez de que el paso por el patíbulo se convirtiera en un acto de escarnio público.

Unos momentos de incertidumbre sacudieron a los medios de comunicación del mundo entero tras el visionado de las pocas imágenes que el Ejecutivo de Nuri al Maliki distribuyó del ahorcamiento de Ibrahim y Al Bandar: los fotogramas seleccionados mostraban la cabeza del hermanastro de Husein separada del tronco del que fuera el antiguo director de los Servicios de Inteligencia. Aunque en un primer momento se barajó la posibilidad de que hubiera sido decapitado por los verdugos, el Gobierno iraquí se apresuró a frenar las especulaciones. “En un incidente extraño, la cabeza del acusado Ibrahim al Hassan fue separada de su cuerpo durante la ejecución”, aclaró un portavoz de Al Maliki, Ali al Dabbagh. Las imágenes previas al ahorcamiento, al que asistieron un pequeño grupo de periodistas, mostraron a Ibrahim y Al Bandar llegando al patíbulo vestidos de rojo y cómo los verdugos taparon su rostro con un capuchón. “Los presentes firmaron documentos comprometiéndose a no violar las reglas. Nadie gritó eslóganes o dijo nada que pudiera empañar la ejecución. Ninguno de los dos ejecutados fue insultado”, resaltó Al Dabbagh. “No publicaremos el vídeo entero, pero queríamos mostrar la verdad”, añadió Al Dabbagh, que insistió en que “el Gobierno iraquí actuó de forma neutral”. Ibrahim al Hassan y Al Bandar fueron declarados culpables junto a Husein del asesinato de 148 chiíes después de un atentado fallido contra el ex dictador en la ciudad de Dujail, al Norte de Bagdad, en 1982. Aunque su ejecución estaba programada junto a la de Husein, el pasado 30 de diciembre, fue finalmente aplazada sin fecha, después de que incluso el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se dirigiese al presidente de Iraq, el kurdo Yalal Talabani para anular la condena. Los reproches de Bush Las formas en esta ocasión fueron comedidas, nada que ver con las que mostraba aquella grabación con móvil del ahorcamiento de Sadam Husein. En ella, se enseñaba al ex dictador rechazando orgulloso el capuchón que le ofrecieron sus verdugos entre gritos de los presentes a favor de uno de sus mayores enemigos, el clérigo chií Muqtada al Sadr. La grabación ilegal, que corrió como reguero de pólvora por Internet y que llegó a ser difundida por varias cadenas de televisión árabes, cosechó críticas en el mundo entero. Sin embargo, la primera reacción de Estados Unidos fue de complacencia con lo que definió como “un paso hacia la democracia”. Puede que ante la multitud de reacciones de condena por la ejecución de Husein que se dieron en la Comunidad Internacional, el presidente de EE.UU., George W. Bush, decidiera matizar la postura de su Gobierno respecto a las formas del ahorcamiento. Durante una entrevista, Bush admitió que la ejecución del ex dictador envió un mensaje confuso a los ciudadanos estadounidenses e iraquíes, porque pareció, más que una ejecución, “un asesinato por venganza”. El presidente de EE.UU. llegó a declararse “decepcionado” por la forma en la que se desarrolló el ahorcamiento de Husein y aseguró que había transmitido su “malestar” al primer ministro iraquí. De hecho, consideró que la escena era una muestra más de que el Gobierno de Al Maliki “todavía tiene que madurar” y que complica la labor de explicar a los estadounidenses que EE.UU. no quiere más que “la unidad de Iraq y avanzar hacia adelante”.