Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

RELACIONES EXTERIORES

La Alianza de Civilizaciones se enfrenta a la marcha de Koffi Annan

Por Nacho Fernández GutiérrezTiempo de lectura4 min
España18-12-2006

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, defendió una vez más su Alianza de Civilizaciones en la Asamblea de la ONU. Una iniciativa que tras la buena acogida del actual mandatario de la organización, Koffi Annan, espera tener la misma aceptación de su sucesor, el coreano Ban Ki-Moon.

El alumbramiento del siglo XXI quedó marcado por un nuevo enfrentamiento interhumano. La Guerra Fría dividió el mundo en los bloques occidental y comunista. Los hombres lograron recalentar las relaciones internacionales. Pero, se ha trazado un nuevo orden pautado por el terrorismo a escala global. Quienes hondean esta bandera son los musulmanes escorados al fanatismo y al extremismo, que han hecho del asesinato a quienes consideran impíos su meta de vida para alcanzar el más allá. El nuevo orden es el del mundo de la paz contra el mundo del terror. La consecuencia inevitable es la separación y demarcación de una enorme brecha entre “dos mundos”. Sin embargo, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero lanzó en 2004 una ambiciosa estrategia internacional para cimentar cualquier puente roto entre culturas. El objeto de Zapatero es, pues, impedir que se abra una brecha cultural entre Occidente y el mundo musulmán y que estalle la violencia entre culturas. Zapatero, quien fuera proclamado presidente por un país azotado por el terrorismo islámico, no titubeó en el discurso que pronunció en la sede de la ONU en 2004 cuando dio a conocer su proyecto. Entiende el terrorismo internacional "como la peste, no tiene justificación, pero como ocurre con la peste, se pueden y se deben conocer sus raíces, se puede y se debe pensar racionalmente cómo se produce, cómo crece, para combatirlo racionalmente". Por ello, el ejecutivo que Zapatero dirige entiende que para frenar de una vez por todas esta vorágine de violencia internacional hace falta tender el puente del diálogo y el intercambio cultural a escala global. El ministerio de Asuntos Exteriores, en un dossier elaborado el año pasado, describe así la situación actual: "En Occidente se manifiestan hoy entre diversos sectores crecientes sentimientos de rechazo de los valores árabes e islámicos, percibidos por muchos como intransigentes. Paralelamente, en el mundo árabe e islámico se reafirman con vigor los símbolos propios de identidad, a la vez que se difunde una imagen distorsionada de un Occidente agresor, discriminador, e insensible ante sus justas reivindicaciones políticas". Zapatero trata de persuadir al mundo de que la convivencia cotidiana entre trabajadores, estudiantes, vecinos o empresas de diferentes países y culturas refleja perfectamente la alianza de civilizaciones y que "lo que faltan son instituciones y mecanismos que protejan y extiendan esa realidad pacífica". Para que el desarrollo de la Alianza sea fructífero, el presidente insiste en la necesidad de que la democracia se expanda si encontrar freno alguno. Según el presidente, los dirigentes de los países no deben adoptar medidas que impliquen hostilidad hacia un grupo humano por su cultura o su religión ni atenten contra la integridad de dicho pueblo. La pobreza y la miseria que permiten algunos regímenes, también son un elemento a erradicar para el correcto desarrollo de la Alianza. Concluidos estos dos primeros años de puesta en marcha del proyecto, el pasado noviembre, el Grupo de Alto Nivel de la ONU redacta un documento en el que concluye que es la política extrema y no la religión la que crea el foso que separa Occidente y el mundo musulmán. Por un lado, alienta la democratización de los países árabes e insta a erradicar estereotipos como "terrorismo islámico" y "cruzadas". Asimismo, declara su apoyo "a la expansión del pluralismo político en los países musulmanes". GRUPO DE ALTO NIVEL El Grupo de Alto Nivel realiza en este documento una serie de recomendaciones, dirigidas tanto a Estados como a organizaciones internacionales y a la sociedad civil, en las que Oriente Próximo ocupa un lugar preferente. En concreto incide en que el conflicto árabe-israelí situado en los territorios palestinos se ha convertido en el símbolo del creciente abismo; este conflicto, junto a lo que sucede en Irak y Afganistán contribuye a magnificar este sentimiento de desconfianza. Por otro lado, el Grupo de Alto Nivel recoge propuestas concretas en los ámbitos de la educación, los medios de comunicación, la juventud y la emigración, siempre con el fin de tender puentes y promover la cultura del respeto y la comprensión entre Occidente y el Islam. Entre estas propuestas están la coproducción de películas y programas televisivos; el establecimiento de un "fondo de riesgo" para contrarrestar a las fuerzas que incitan al sensacionalismo y la representación estereotipada; y un "fondo global juvenil de solidaridad" para promover el entendimiento mutuo entre los estudiantes. Este organismo tiene muy presente la inclusión del estudio de los derechos humanos e interculturales en las escuelas, para que las generaciones futuras adquieran lo antes posible un férreo compromiso para con sus congéneres. Todo esto ha sido trabajo de un Zapatero apadrinado por Kofi Annan. Ahora, éste se va y se abre una nueva etapa para la Alianza de Civilizaciones. Cabe esperar si el nuevo secretario general, Ban Ki-moon, le prestará el mismo empeño. Sin embargo, Annan no se va del todo. Se ha comprometido a buscar, junto con su sucesor, "la forma de establecer un mecanismo que dé seguimiento y aplicación a las recomendaciones del informe".