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IRAQ

Bush respalda al desautorizado primer ministro iraquí, Al Maliki

Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional03-12-2006

El presidente estadounidense, George W. Bush, dio la pasada semana en Amán (Jordania) un espaldarazo al primer ministro iraquí Nuri Al Maliki, después de ser muy cuestionadas sus capcidades para el cargo en las últimas semanas. Sin embargo, después de las elecciones legislativas de noviembre, Bush ya sólo puede brindar a Maliki una ayuda limitada y pronto se verá obligado a poner una fecha de retirada de las tropas.

"El éxito del Gobierno del primer ministro Al Maliki es fundamental para el éxito de Iraq", aseguró Bush en rueda de prensa tras reunirse con el primer ministro iraquí, pese a que éste no ha logrado ninguno de los objetivos que se marcó al tomar posesión del cargo. En Iraq, lejos de producirse una unidad nacional, se ha desatado una guerra civil entre comunidades religiosas. La Casa Blanca tiene como principal objetivo ahora reforzar el Ejecutivo de Al Maliki y apoyar a las Fuerzas de Seguridad iraquíes en la lucha contra la violencia interreligiosa que se cobra cientos de víctimas todos los días. El último ataque suní sobre el barrio de Ciudad Sadr se cobró más de 200 muertes en la masacre más cruenta que se recuerda desde la invasión en 2003. No obstante, en Estados Unidos el apoyo a Al Maliki es cada vez más relativo. El rotativo The New York Times ha filtrado un informe del consejero de Seguridad Nacional de Bush, Stephen Hadley, en el que se pone en entredicho la capacidad del primer ministro de hacerse cargo de la situación en Iraq, que cada vez está más desbocada. Hadley manifiesta en ese documento que, tras reunirse con Al Maliki, le impresionó que "quería ser fuerte como líder pero estaba teniendo dificultades en averiguar cómo hacerlo". "La realidad en las calles de Bagdad sugiere que Al Maliki ignora lo que está pasando o que no tiene capacidad suficiente para convertir sus buenas intenciones en hechos", añadía. Al margen del demoledor informe, la reunión de Bush y Al Maliki ha servido para poner a este último en un aprieto. Al menos 30 parlamentarios y tres ministros fieles al clérigo radical chií Muqtada Al Sadr dimitieron al considerar que la reunión "es una afrenta a los sentimientos del pueblo iraquí y una violación de sus derechos constitucionales". "El grupo de Sadr suspende su participación en el Gobierno y en el Parlamento, en señal de protesta contra esta visita, que considera una provocación contra el pueblo iraquí", dijeron en un comunicado. El presidente de EE.UU. también se esforzó en transmitirle confianza a Al Maliki garantizando que las tropas estadounidenses permanecerán en Iraq "hasta que el trabajo se haya completado". Sin embargo, y pese a sus buenos deseos, Bush es consciente de que los 140.000 soldados en el país mesopotámico ya no son sólo cosa suya. De hecho, la comisión conocida como Grupo de Estudios sobre Iraq recomendará al Gobierno de George W. Bush la retirada gradual de EE.UU., según fuentes citadas por el diario The New York Times. La fecha de inicio todavía es desconocida, pero todo apunta a que podría ser el año que viene. Mientras, en Iraq, ha comenzado el proceso contra el ex dictador Sadam Husein por la campaña de Al Anfal. Entre 1987 y 1988, el autócrata utilizó armas químicas contra el Kurdistán iraquí, lo que supuso la muerte de decenas de miles de civiles inocentes. Husein ya lleva sobre sus espaldas una condena a muerte por crímenes contra la Humanidad en relación con la muerte de 148 civiles en Dyail, en 1982.