Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

FÚTBOL

Ángel María Villar: un presidente desprestigiado pero aferrado al cargo

Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura2 min
Deportes26-11-2006

En las casi dos décadas de Ángel María Villar como presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) las críticas, el ocultismo y las suspicacias sobre su gestión han sido constantes. El máximo mandatario del fútbol español ha vivido numerosos episodios negros que han puesto en duda su gerencia. En los últimos años, las investigaciones judiciales, las denuncias de los medios y las críticas de la oposición han ido minando el prestigio de Villar.

En enero de 2003, varios medios de comunicación denunciaron una malversación de fondos por parte del vicepresidente económico y adjunto a la presidencia de la Federación, Juan Padrón. Los inculpadores aportaron varias pruebas que indicaban que Padrón había sufragado viajes de su familia, el último a Asia, con dinero de la RFEF. Además, surgieron las suspicacias por el contrato que acababa de firmar la Federación con Puma para vestir a las federaciones regionales, pues Padrón era el representante de la marca deportiva en Tenerife. El acusado siempre negó tales denuncias. La situación se agravó con el despido de Gerardo González Otero, secretario general de la Federación, que precipitó la mayor crisis desde que en 1988 Villar llegara a la presidencia. Según el propio Villar, la destitución se debía a que había perdido la confianza en él por “actitudes y comportamientos no admitidos por el presidente". Sin embargo, todo apuntaba a desavenencias entre González y Padrón. Para más inri, los tres miembros del Comité de Competición dimitieron en bloque de sus puestos. A Villar se le venía encima un vendaval, aunque la ratificación de su cargo por la junta directiva le sirvió, en cierta medida, de alivio. El siguiente paso era hacer frente a una auditoría interna. Varios miembros de la junta directiva de la Federación la habían solicitado tras conocer las acusaciones a Padrón. La insistencia de Villar en que en la RFEF no había corrupción y que no tenían “nada que esconder” suavizó el ambiente. Pero los indicios eran tan claros que la justicia acabó interviniendo. La Fiscalía de Madrid abrió diligencias informativas sobre las cuentas de la Federación, al tiempo que la propia junta directiva del organismo solicitaba al Comité Superior de Deportes (CSD) un informe sobre el uso de los fondos. A consecuencia de las investigaciones, el CSD paralizó la subvención pública al máximo organismo del fútbol, que todavía hoy sigue congelada. Después, trasladó el asunto al Comité Español de Disciplina Deportiva. Desde entonces, la Federación padece problemas económicos que limitan su capacidad de actuación en muchos casos. Villar solventó momentáneamente el mal trago, aunque las voces críticas dentro del propio organismo no se han silenciado. Varios miembros de la oposición al presidente siempre han puesto en duda la veracidad de las cuentas, la fiabilidad de los datos que se facilitan para las auditorías y los gastos no justificados. A todo esto se suma el calvario de la construcción de la Ciudad Deportiva de las Rozas, cuyo coste fue aumentando considerablemente según avanzaban las obras. Además, éstas finalizaron con 15 meses de retraso y muchos gastos sin justificar. Ahora, las revelaciones del Tribunal de Cuentas suponen la puntilla a una gestión que siempre ha levantado desconfianzas.