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BALONCESTO

España alcanza la cúspide del baloncesto mundial

Fotografía Pau Gasol recibe el trofeo de campeones del mundo

Pau Gasol recibe el trofeo de campeones del mundo

Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura3 min
Deportes03-09-2006

El Mundial de Japón consolidó a una generación llamada, desde hace años, a hacerse con un lugar de honor en la historia. España demostró que es, en la actualidad, el mejor equipo del planeta. Sus 18 victorias consecutivas, entre el torneo y los partidos de preparación, dan buena fe de ello. Pepu Hernández ha formado grupo compacto en el que todos cuentan. Ello, unido a una defensa casi perfecta y un ataque plagado de estrellas, fueron las claves del éxito.

Tras ganar sus nueve partidos de preparación para el Mundial y doblegar, entre otros, a Argentina y Serbia y Montenegro con un juego de manual, la selección española llegó como una de las favoritas para el título. El juego del equipo dirigido por Pepu Hernández no fue tan bueno en el primer encuentro, contra Nueva Zelanda. Pero ya entonces quedó patente el potencial ofensivo de Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Jorge Garbajosa, que se bastaron para solventar el primer envite. Contra Panamá se constató la calidad de los hombres de banquillo, que fraguaron una severa paliza. La confirmación real del juego español llegó contra Alemania: la defensa funcionó a la perfección para anular a Dirk Nowitzki y los españoles se vengaron de un equipo germano sin argumentos. Con la clasificación como primeros de grupo en el bolsillo, la relajación pasó factura contra Angola, un rival muy físico. España logró su victoria más corta de la primera fase tras sufrir bastante, pero demostró tener la personalidad suficiente para sobreponerse. De nuevo, la referencia de Gasol resultó esencial, aunque los suplentes, como Rudy Fernández y Marc Gasol –que cobró importancia merced a la lesión de Felipe Reyes– siguieron mostrando su valía. Con el pase a octavos asegurado, la nueva paliza a Japón fue un mero trámite, en el que destacó el regreso de Felipe Reyes y la aportación de Álex Mumbrú. Los partidos de octavos y cuartos de final fueron muy similares. En ambos casos esperaban dos potencias europeas, Serbia y Lituania –campeones del mundo en 2002 y de Europa en 2003, respectivamente–, que acabaron humilladas. En ambos casos, la defensa volvió a ser la mejor arma española, pues las estrellas rivales quedaron anuladas. Contra los serbios, Gasol volvió a liderar el ataque. En el triunfo contra Lituania se le sumó un Navarro genial. En la semifinal, los españoles se vieron por primera vez con el agua al cuello. El muro defensivo falló al comienzo del partido contra Argentina, pero el técnico supo cambiar de estrategia a tiempo. Dio entrada a Sergio Rodríguez para revolucionar el ataque y el canario se salió. España volvió a tomar la iniciativa, pero los argentinos pelearon hasta el final y pudieron vencer si Andrés Nocioni hubiese encestado el triple final. Pero la fortuna ayudó a España a colarse en la final contra una sorprendente Grecia, que doblegó a Estados Unidos. Sin Gasol, aun así elegido mejor jugador del Mundial, el coraje español resultó decisivo. La intensidad defensiva fue mayor que nunca y los helenos acabaron resignados a la superioridad hispana. España se proclamó campeona del mundo con una pasmosa autoridad y una mentalidad ganadora en todos los partidos disputados, incluso los más fáciles.