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BALONCESTO

España se ¬cargó¬ a los campeones olímpico y europeo

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes03-09-2006

Grecia quería un doblete impresionante, repetir en Japón la victoria del Europeo de Belgrado, pero no pudo impedir que España pudiese redondear con la medalla de oro el mejor Mundial de la historia. Después de seis finales perdidas –cinco Europeos, unos Juegos Olímpicos y ahora el Mundial de Japón–, el último peldaño no se le resistió a un equipo que apeó en las eliminatorias a los campeones de los grandes torneos en 2002, 2003, 2004 y 2005.

España El bloque español, liderado por los junior de oro que ganaron el Mundial de 1999 en Lisboa, ha alcanzado la madurez en Japón. El quinteto inicial se ha consolidado con José Manuel Calderón, con visión de juego, pero capaz de asumir la responsabilidad anotadora si falla Juan Carlos Navarro; Carlos Jiménez no anota, pero ofrece una gran capacidad defensiva, mientras que Jorge Garbajosa y Pau Gasol han dotado de versatilidad al juego interior. Además, ha destacado la labor de Rudy Fernández, intenso en defensa y ágil en ataque como sexto jugador. En la primera fase, además, la efectividad en el perímetro de Álex Mumbrú, la intensidad defensiva de Carlos Cabezas y Berni Rodríguez y la capacidad de Marc Gasol –sustituto del lesionado Fran Vázquez– para sustituir a Felipe Reyes, con Jiménez jugando de cuatro, dejaron clara la amplitud del banquillo, que aún contó con el eléctrico Sergio Rodríguez como tercer base. Grecia Con una leyenda como Panagiotis Giannakis en el banquillo, la mentalidad ha sido el punto fuerte del conjunto heleno. Nadie como ellos es capaz de imponer un ritmo lento, de control, ni romper un partido cuando decide ponerse a pleno rendimiento. Theodoros Papaloukas –más aún tras la lesión de Nikos Zizis, por un salvaje codazo del brasileño Anderson Varejão que le destrozó la mandíbula– juega de falso base para leer el juego, penetrar y asistir a sus compañeros: Dimitrios Diamantidis y Vasileios Spanoulis, prácticamente infalibles en el juego exterior, más las aportaciones de los interiores Antonis Fotsis y Michalis Kakiouzis, generan oportunidades de juego para los postes, Lazaros Papadopoulos y el voluminoso Sofoklis Schortsianitis, Baby Shaq, más toscos pero efectivos. Estados Unidos Tras el fiasco de Indianápolis 2002 –en que acabó fuera del podio–, los norteamericanos aspiraban a un oro que no ganan desde 1994. Sin embargo, pese a la presencia de Dwyane Wade, LeBron James y Carmelo Anthony, y de su extraordinaria capacidad atlética, los estadounidenses aún muestran grandes carencias en la comprensión colectiva del juego. La defensa zonal, los bloqueos, las ayudas defensivas y la selección de tiro siguen siendo grandes lagunas. En el emparejamiento individual son imparables, pero se pierden en las zonas, los bloqueos, las ayudas defensivas, el tiro… La posición de base, con la inexperiencia de Kirk Hinrich y Chris Paul para leer los partidos, y el poco aprovechamiento del juego interior, con una rotación que ha marginado a Dwight Howard y Brad Millar, son dos de las grandes carencias que aún debe resolver el técnico Mike Krzyzevski. Argentina El combinado albiceleste, con el relevo en el banquillo de Rubén Magnano por Sergio la Oveja Hernández, mantuvo al bloque que ya fue finalista en 2002 y campeón olímpico en Atenas 2004. En plena madurez, con una dirección de primer nivel a cargo de Pepe Sánchez –en menor medida Pablo Prigioni–, y una imponente línea exterior, comandada por Emanuel Ginóbili y Andrés Nocioni, con minutos para Walter Herrmann y Carlos Delfino, los suramericanos fueron exhibiendo su potencial a medida que avanzaba el torneo. Sin embargo, la escasez de recursos en el juego interior más allá de Luis Scola, Fabricio Oberto y Rubén Wolkowyski, y el papel testimonial del base Daniel Farabello y los ala-pívot Gabi Fernández y Leo Gutiérrez en las rotaciones hicieron de Argentina un rival con poca capacidad de sorpresa, que puede estar iniciando el declive de la mejor generación de la historia.