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CHECHENIA

La Inteligencia rusa asesina a Shamil Basayev, líder terrorista checheno

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional16-07-2006

El servicio secreto ruso heredero del KGB, el FSB, se complacía la pasada semana de anunciar la muerte del ya ex jefe de las milicias independentistas chechenas, Shamil Basayev, en un operativo de seguridad especial coincidiendo con la cumbre del G-8 en el país. Basayev ha sido señalado en los últimos tiempos como el hombre más buscado por el Gobierno de Moscú ya que su nombre se relaciona con crueles atentados terroristas como el de la Escuela uno de Beslán en 2004. Con Basayev muere uno de las caras más reconocibles del conflicto chechenio, relegado al olvido en los últimos tiempos.

La muerte del histórico líder de las guerrillas chechenas tuvo lugar, según los servicios secretos oficiales, en la República federal de Ingushetia, limítrofe con la chechena tras una operación extraordinaria de la seguridad rusa en la que murieron varios milicianos más. El presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, afirmó en una rueda de prensa en la que se encontraba también el presidente estadounidense, George W. Bush, que la muerte para Basayev era “un castigo merecido” por sus numerosos atentados cometidos. El mandatario norteamericano, de visita oficial en Moscú por la celebración de la Cumbre del G-8 se mostró satisfecho por el anuncio del fallecimiento, afirmando al igual que su homólogo ruso que el terrorista checheno “merecía morir.” Según la Inteligencia rusa, Basayev preparaba un atentado contra la cumbre de los siete países más industrializados más Rusia. Mientras, las guerrillas chechenas han rechazado que la muerte de Basayev fuese consecuencia de una operación rusa, sino que ésta se produjo “al explotar fortuitamente un camión con explosivos.” Pese a todo, desde algunas formaciones no han dudado ya en calificarle como “mártir.” Basayev se dio a conocer en 1995 tras la toma de más de 1.000 rehenes en un hospital de Budionovsk que terminó con 129 muertos y más de 400 heridos. Además, se le relaciona con la tragedia del secuestro del teatro Dubrovka de Moscú en la que murieron más de un centenar de personas, la mayoría a manos del propio Ejército ruso que gaseó el edificio para liberarlo de los secuestradores; y con el secuestro también de la Escuela uno de Beslán donde 336 civiles murieron, la mitad de ellos niños. Orígenes del conflicto chechenio actual La República de Chechenia proclamó en 1991, coincidiendo con el desmembramiento de la Unión Soviética y junto con países como Letonia y Ucrania, su independencia de la recién creada Federación Rusa encabezada por Boris Yeltsin. El heredero de lo poco que quedaba de la URSS y su gabinete reaccionaron pronto enviando al Ejército ruso a tomar la capital chechena, Grozni, para rechazar la decisión del partido político mayoritario en la República, el Congreso del Pueblo chechén, que había copado las instituciones locales. Los indepentistas chechos fueron guiados en este período por el exgeneral soviético, Dzhokar Dudayev. Contra todo pronóstico, las fuerzas rusas enviadas a sofocar la rebelión sufrieron una humillante derrota, motivada en lo político por el asesinato del líder chechenio prorruso, Vitali Kutsenko. Las tropas de Moscú se vieron obligadas a retirarse después de que las milicias chechenas les rodeasen en el aeropuerto de Grozni. Pese a todo, la declaración formal de independencia no se realizaría hasta 1993, año en el que se formó la República Chechena de Ichkeria. Esta declaración originó dos guerras rusochechenas en los años 90 que produjeron más de 150.000 muertes en un conflicto que dura hasta hoy día. La primera de las dos guerras de Chechenia se produjo desde el año 1994 hasta 1996 y fue un verdadero fiasco para los intereses de Rusia en el territorio. El Ejército ruso, desmoralizado ante la imposibilidad de controlar a los partisanos chechenos de las montañas, comenzó a retirarse a finales de 1995. Durante el año siguiente Yeltsin y Dudayev mantuvieron una rueda de conversaciones para alcanzar la paz en la República caucásica. La paz no llegaría, pero al menos las relaciones con Moscú se tibiaron durante varios meses. Pese a la independencia, la falta de instituciones nacionales efectivas motivó el auge del fanatismo islámico checheno durante los años posteriores. Este hecho acarreó la invasión de la República rusa de Daguestán a manos de milicianos islamistas de diferentes nacionalidades, entre ellas la chechena, que pretendían crear un estado islámico en la zona. La invasión no supuso un grave problema para Moscú, que supo despachar la crisis pronto a la vez que los milicianos chechenos, dirigidos entonces por Basayev, le brindaban un nuevo pretexto para volver a intentar recuperar Grozni pese a que el Gobierno de la pequeña República había condenado la invasión de Daguestán. Comenzaba así pues la Segunda Guerra de Chechenia, en la que Rusia arrasó las poblaciones chechenas mediante ataques aéreos y artillería de largo alcance. El desgaste provocado en las milicias, hizo que el Ejército ruso acabara por tomar Grozni. Chechenia volvía a convertirse así, tras varios años de guerra, en una república federal rusa.