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MÉXICO

Los resultados relegan al ‘omnipresente’ PRI al tercer puesto

Por Salva Martínez MásTiempo de lectura2 min
Internacional09-07-2006

Con los resultados de las elecciones del pasado 2 de julio se confirma el fin de una época en la que el Partido de la Revolución Institucional (PRI) fue el actor clave de la historia mexicana del siglo XX. A los 71 años que duró la hegemonía del partido, entre 1929 y 2000, se debe que el literato peruano Mario Vargas Llosa haya adjudicado a la dictadura del PRI el apelativo de “dictadura perfecta”.

La seguridad con la que se ha podido pensar durante casi los últimos tres cuartos del siglo pasado que el PRI era -y sería- el único detentor del poder en México, en especial después de la represión que acabó con la vida de centenares de estudiantes y progresistas que pedían la democratización del régimen en 1968, contrasta con las dudas que se ciernen sobre el panorama político una vez celebradas las elecciones presidenciales de 2006. Hubo que esperar a la Presidencia de López Portillo, entre 1976 y 1982, para que comenzara la democratización del régimen mexicano desde dentro. Las reformas que realizó López Portillo en 1977 “permitieron la legalización del Partido Comunista Mexicano, pero sobre todo instauraron un sistema mixto de escrutinio mayoritario y proporcional que facilitaron el acceso de la oposición al Congreso”, según escribe David Recondo, investigador del Centro de Estudios y de Investigaciones Internacionales de París en el último número del trimestral Alternatives Internationales. Sin embargo, no será la oposición de izquierda comunista sino la de la derecha panista, del Partido de Acción Nacional (PAN) la que arrancará del poder al PRI en 2000. En julio de ese año, el PAN liderado por Vicente Fox ganó las elecciones presidenciales. El partido de Fox hizo su ascensión política desde mediados de los 80, de modo que en 1989, el PAN ganó las elecciones en el Estado de la Baja California. Una década más tarde, después de que el PAN se impusiera en otros estados mexicanos, un presidente panista ganaba las elecciones. Si con Fox en México se ha mejorado en lo que concierne a los principales problemas a los que dijo que iba a hacer frente en su campaña -corrupción, crimen y burocratización institucional-, la democracia cristiana que encarna Fox y el PAN no ha podido hacer frente al problema de la pobreza. Según los datos del Banco Mundial de 2004, ésta alcanza a un 17 por ciento de la población. De ahí que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) haya puesto como prioridad la lucha contra la pobreza tal y como manifiesta su slogan: “por el bien de todos, los pobres primero”. Gracias a este mensaje el PRD, fundado en 1989, ha logrado situarse en la primera línea de la política mexicana, hecho que prueban los resultados de las elecciones presidenciales de 2006. Esos resultados muestran del mismo modo que si los candidatos del PRD y del PAN han sido los principales protagonistas de la campaña electoral, el PRI ocupa ya el puesto del tercero en discordia. Sin embargo, es el PAN y no el PRD, quien podría buscar apoyos del partido de la septuagenaria dictadura. Al interpretar el voto de los ciudadanos como un “pónganse de acuerdo” de los votantes, Calderón insta a un gobierno de unión nacional. Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador asegura que, con esa política, “el PAN está jugando con la Paz social. Si luego hay violencia, que así sea. La gente está harta”.