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ÁLTO EL FUEGO

Los asistentes desafiaron “al calor, los exámenes y al Mundial de fútbol”

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura5 min
España10-06-2006

Son las cinco de la tarde y los andenes de la línea cuatro del Metro no siguen su lógica habitual. Una de las dos orillas de la vía gana por goleada a la otra en cantidad de gente y en entusiasmo. Personas de todas las edades, aunque mayoritariamente adultos, se agolpan ante las puertas del tren a su llegada.

Las señoras mayores ocupan los asientos, mientras el resto, de pie, abarrota los pasillos. Pese a que en un principio el fin de semana amenazaba lluvia, entre la vestimenta predomina el color pastel propio del verano y las prendas frescas para combatir el calor. “Me tendría que haber traído una gorra preciosa de España que tiene mi hijo para el fútbol”, lamenta una mujer. A falta de una estación para Colón, el lugar de citación, el aparato se vacía. “Mejor nos bajamos aquí y seguimos andando que luego allí va a estar imposible” dice uno que parece llevar la voz cantante. “Si pues como todos hayan pensado lo mismo” le replica una de sus acompañantes. Si uno esta desubicado, no tiene más que seguir la multitud de banderas nacionales que ejercen de referencia con sus colores rojo y amarillo. De momento tan sólo están enrolladas sobre su mástil. Recuerdan a las banderillas de las Ventas sólo que éstas ni pinchan ni tienen intención de hacer daño, salvo contadas excepciones que al desplegarse esconden una inoportuna sorpresa en forma de escudo preconstitucional. Quedan 45 minutos para el inicio del acto y el ambiente ya presenta un estado aceptable. La calle Génova, una de las avenidas adyacentes a Colón ya esta cortada al tráfico. La organización había repartido 50.000 trípticos y el mismo número de carteles. Cerca de 200 autobuses habían llegado a Madrid. “Esto v a ser un éxito”, dice una joven con look playero. A la altura de la sede nacional del Partido Popular un grupo de 25 personas se organiza en torno las banderas española, francesa y portuguesa y una pancarta con las fotos de Otegi y Zapatero sobre una leyenda que dice “Dime con quien negocias y te diré quien eres”. “Los mensajes de la manifestación de la LOE eran mucho más divertidos” declara uno. “Esa manifestación ha sido la mejor de la historia de la democracia” contesta otra. A pocos metros, un grupo hace recuento, “la verdad es que ya llevamos unas cuantas”. La gente va tomando posiciones cuando los comentarios son interrumpidos por los primeros pitos de la tarde. Son para el Alcalde de Madrid Alberto Ruiz Gallardón. Inmediatamente después el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Francisco José Alcaraz, toma el micro para pedir respeto. “Por favor que nadie sea increpado. Que mañana el nombre de las víctimas no se vea empañado por ningún nombre”. Los pitos se tornan en aplausos. El acto comienza con un minuto de silencio sólo interrumpido por el helicóptero que sobrevuela la plaza. La periodista Isabel San Sebastián ejerce de maestra de ceremonias. “Hemos desafiado al calor, al mundial de fútbol y a los exámenes”, dice. “Hay muchos jóvenes que estos días están de exámenes y aún así han venido, muchas gracias chicos por venir”. Los gritos son los habituales: “¡Zapatero embustero!”, “¡Zapatero dimisión!”... No obstante, esta vez se suma uno nuevo: “¡Queremos saber!”. Se refieren a la investigación sobre el 11-M, otro de los motivos de la concentración además de la política antiterrorista. Los mensajes y pegatinas decoran los cuerpos de los manifestantes. La saturación de eslóganes recuerda al mono de Fernando Alonso. Desde el “Federico estamos contigo” al “No hay paz sin justicia”. Cualquier hueco es bueno para colocar una de estas misivas. El silencio de la plaza se intercala con aplausos y gritos mientras victimas anónimas dan testimonio de vida. También alguna que otra mirada se encarna a consecuencia de la emoción que evoca las palabras que salen de los altavoces. “Pero ¿Qué bandos?, ¿Qué conflicto?, ¿Qué paz?” grita una de las damnificadas por el terrorismo etarra en uno de los momentos más álgidos del acto. “Yo sobreviví a ZP (2004-2008)” El acto ha terminado y el hilo musical proyecta canciones de Mecano y de otros grupos no tan conocidos. El desalojo del gentío descubre otra de las novedades de esta última manifestación. A los tradicionales puestos de banderas y bebidas refrescantes les salieron nuevos competidores dispuestos también a hacer su particular agosto. Un puesto de libros con títulos tan oportunos como “Good Bye Spain” o “La farsa de la autodeterminación”, compite en clientes con otro situado a poca distancia que ofrece soluciones a “Los enigmas del 11-M”. Entre media de ambos un stand que vende pulseritas rojigualdas. A juzgar por las muñecas de los manifestantes no le ha ido nada mal. Pero la nota de originalidad y visión empresarial la ponen tres jóvenes que venden camisetas con la escritura: “Yo sobreviví a ZP (2004-2008)”. “Dame una XXL en naranja” pide un manifestante. El descubridor de América se va quedando solo en su plaza. Las terrazas de las cafeterías de la zona son ahora el principal reclamo. Los protagonistas de la jornada departen sobre la actualidad. En uno de los grupos, el tema de conversación es Navarra. “Para las elecciones va a haber que moverse, las encuestas no están nada calaras”, dice una mujer de mediana edad con tono de saber más que el resto. Una desconocida que la oye entra en la conversación. “Animo en Navarra, nos acordamos mucho de vosotros, si se pierde Navarra se pierde todo”. De pronto un mar de aplausos se hace notar Castellana abajo. Son ráfagas que se repiten cada pocos minutos. Los gritos rápidamente delatan la causa de la algarabía. “¡Gotzone!”, “¡Gotzone!”. Por primera vez la socialista Gotzone Mora acudía a una manifestación de la AVT. Va a un paso aproximado de un metro por minuto. No es difícil alcanzar su posición. Parece no importarle el tiempo. Con todo el mundo se para, charla, contesta, abraza y besa. De nuevo los plausos. “¡Ahí va una valiente!” grita uno. Una cadena humana la rodea para agilizar su marcha. Hasta los guardaespaldas sonríen. Ella se despide. “Tengo que volver, tengo que volver. Gracias por el apoyo que nos estáis dando”.