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PERÚ

Alan García se impone a Ollanta Humala en las presidenciales

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura4 min
Internacional11-06-2006

El abogado Alan García se convirtió la pasada semana en el nuevo presidente de Perú gracias a su victoria de cinco puntos porcentuales sobre el candidato nacionalista Ollanta Humala. García lograba así el perdón de los peruanos en las urnas después de su primer mandato, a finales de los ochenta, tristemente famoso por los casos de corrupción y una más que discutible política económica. El triunfo del candidato del APRA constituye un giro inesperado en la tendencia populista de la región.

García se impuso finalmente a Humala por un margen menor del que los sondeos a pie de urna pronosticaban. El socialdemócrata logró el 52,7 por ciento de los sufragios frente al 47,3 del candidato nacionalista. El trasvase de los votos de los partidarios de la candidata eliminada en la primera vuelta de las elecciones, Lourdes Flores, fue claramente a parar en su mayoría a la candidatura de García. Por ello, la número uno del partido Unidad Nacional (UN) expresó su parecer de que “García ganó con votos prestados y esperemos que ahora sepa devolver ese préstamos en medidas que beneficien al pueblo peruano”. Flores advirtió además de que su formación piensa ejercer una vigilancia exhaustiva de aquí en adelante sobre la política del líder del APRA. Los resultados en los comicios dejaron entrever un país fuertemente dividido. Y es que mientras García se impuso en los distritos costeros y en Lima, Humala barrió a su oponente en el sur del país, entre la población más desfavorecida. En cuanto al voto extranjero, el candidato socialdemócrata fue el claro vencedor, inclusive en Venezuela, donde desde el Gobierno se ha hecho una ferviente campaña a favor de Humala. Una campaña que, evidentemente, no fue nunca del gusto de García quien dijo haber derrotado con su victoria al “modelo militarista y retrógrado que Hugo Chávez quiere implantar en Sudamérica.” Apenas un día después de su triunfo, García propuso la creación de un Gobierno de unidad nacional que ha sido declinado por la mayoría de formaciones políticas del país. No hay que olvidar que pese a la victoria aprista, el partido de Humala posee la mayoría de escaños en el Parlamento, que pese a estar lejos de ser absoluta, colocan a los nacionalistas en una relativamente cómoda perspectiva para ejercer su oposición. La segunda oportunidad El principal reto que se plantea ahora Alan García será el de lavar su nombre y saber devolver el voto de confianza depositado por los peruanos en él dada la desastrosa primera legislatura del aprista a finales de los años ochenta. En ella, tan sólo un año después de la llegada al poder de García, las arcas de Perú se quedaron sin liquidez. El Gobierno de García había creado recientemente una nueva moneda, el inti, que ante la mala coyuntura de las reservas del Estado cayó en picado debido a que los peruanos, en un intento de salvarse de la ruina, comenzaron a cambiar masivamente su divisa a dólares. La inflacción se disparó, y si a ello se juntan las acusaciones de enriquecimiento ilícito contra el presidente y su gabinete, el espectro económico auguraba vacas flacas. Además de las imputaciones por corrupción, el socialdemócrata se vio implicado en varios casos de violación de derechos humanos contra presos del grupo terrorista Sendero Luminoso. Un vuelco en la región Pese a las apariencias, las consecuencias del resultado de las presidenciales peruanas van mucho más allá del hecho de que García sea investido presidente del país por segunda vez en su historia. Y es que con la victoria del socialdemócrata el mapa de relaciones de Sudamérica da un giro inesperado que nada beneficia al eje populista liderado por el presidente venezolano Hugo Chávez y secundado por Bolivia y Cuba. Apenas unas semanas antes de la celebración de los comicios, Chávez intentó llamar la atención del pueblo peruano en su ya conocido programa televisivo Aló Presidente advirtiéndole de que si Humala no ganaba las elecciones Venezuela rompería relaciones automáticamente con Perú. Tal amenaza, como era de esperar, no se ha cumplido, pero es indudable que la victoria de García alejará a Lima de Caracas, donde tenían la esperanza de que con Humala, Perú entrase a formar parte de la Órbita Chávez Con la victoria de García, los intereses políticos de Lima se desvían de la ruta trazada por Chávez y Humala hacia Chile, Estados Unidos y Colombia, donde han venido muy bien los resultados electorales en el país andino debido al miedo de su presidente, Álvaro Uribe, a quedarse aislado en la región por su escasa afinidad con el eje populista. En Washington lo cierto es que la investidura de García como presidente no vendrá tampoco nada mal, ya que garantiza que el polémico Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y varios países sudamericanos seguirá vigente al menos en el país incaico. El Ejecutivo del George W. Bush podrá al mismo tiempo evitarse gracias al fracaso de Humala un voto en contra sistemático en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del cual Perú es en estos momentos uno de los miembros rotatorios. Asimismo, se complica el anhelo de Chávez de que Venezuela entre a formar parte del mismo Consejo, ya que no contará con el voto del nuevo Gobierno peruano para su empresa. Con ello, Washington se frota las manos, ya que con vistas a medio plazo nada beneficiaría al Gobierno norteamericano que Venezuela tuviera un asiento en el Consejo durante un hipotético agravamiento de la crisis nuclear con Irán, país con el que Caracas mantiene muy buenas relaciones por la pertenencia de ambos estados a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El efecto dominó generado por el voto peruano ha hecho, en definitiva, estragos en los intereses del Gobierno venezolano y ha consolidado la creación de otro eje en Sudamérica cercano a Occidente.