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BALONCESTO

Gasol personificó el ‘All-Star’ de los despropósitos

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura3 min
Deportes19-02-2006

Lo que más hubo en el Toyota Center de Houston fue el espectáculo a la americana: espectáculo en la presentación, actuaciones musicales y de entretenimiento… lo habitual en estos casos. Pero le faltó el colofón de un buen partido de las estrellas que, tan escaso de ritmo y acierto como trufado de errores en muchos alley-oops y algunos mates, acabó ganando el Este por 122-120. Pau Gasol anotó menos que nadie, pero capturó más rebotes que nadie.

Las dos últimas jugadas vinieron a resumir el cúmulo de despropósitos en que se convirtió el All-Star game: Tracy McGrady erró un tiro que hubiese empatado y Kobe Bryant perdió la posesión. En el posterior contraataque, la asistencia –a tablero– de Allen Iverson para Vince Carter acabó con un mate fácil, de espaldas… que se fue escupido al medio del campo. Así pues, el partido fue ante todo una simple pachanga en la que los jugadores del Oeste se hartaron de intentar virguerías sin éxito –excepto un par de detalles, contados y sin verdadera trascendencia, de Bryant y McGrady– y un Este que se apoyó en los 49 puntos de aportación ofensiva que se repartieron Dwyane Wade y LeBron James –29 puntos, tope de su equipo, para el rookie del año en 2004– que fue elegido MVP. También fue clave el trabajo defensivo que sacó de la pintura a los hombres altos del Oeste, en el que tuvieron parte de culpa los cuatro hombres de Detroit que jugaron bastantes minutos en el tercer cuarto. En él, el equipo del este pasó de perder por 17 puntos en el descanso (53-70) a ser el que primero llegó a la centena de puntos. Aunque en ello ayudó, sin duda, el desconcierto ofensivo durante los minutos que jugó como base el francés Tony Parker, claramente inferior a Chauncey Billups, que además de dirigir, anotó 15 puntos. En la primera mitad, después de que Shaquille O’Neal se hubiese divertido como base en algunas jugadas, el desacierto ofensivo de los jugadores del Este y la superioridad en el rebote del oeste propició el despegue de estos últimos, que se mantuvieron con ventaja mientras T-Mac estuvo afinado en el perímetro: aunque acabó con 36 puntos, anotó los únicos cuatro triples del equipo dirigido por Avery Johnson, con unos porcentajes pésimos –un exiguo 7 por ciento en la primera parte, no mucho mejor el 15 por ciento con que acabaron el partido–, que les impidieron solventar la cerrazón defensiva dispuesta por Flip Saunders. Pau Gasol estuvo en pista 14 minutos, sobre todo en el segundo y tercer cuarto, aunque apenas rascó bola en ataque. Sin embargo, el de Sant Boi se dejó notar cerca del aro, con 12 rebotes –seis de ellos ofensivos– y un par de asistencias. Le faltó garra entre tanta competencia para atacar, y en la única acción en que asumió la iniciativa, inmediatamente antes del descanso, se ganó dos tapones consecutivos por parte de Ben Wallace. La fiesta, pues, se cerró con un saldo bastante discreto, más allá de los pastiches para no callar ni un segundo en el bombardeo por televisión y de las audiencias aseguradas: un partido en el que los rookies (debutantes) apenas plantaron cara a los jugadores de segundo año (sophomores), un concurso de mates que ganó quien menos se podía esperar, un bajito como Nate Robinson y un concurso de triples atípico, en el que los especialistas erraron como escopetas de feria y acabó ganando el más alto de todos: el alemán Dirk Nowitzki. Un All-Star, en fin, que acabó como amenazaban muchos especialistas: con más chicha en las elecciones previas de quiénes lo iban a jugar que en cómo lo jugaron.