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BOLIVIA

Revolución social en uno de los países más pobres de Suramérica

Por Miguel MartorellTiempo de lectura1 min
Internacional12-06-2005

Situada en el corazón de Suramérica, entre Argentina, Chile, Perú, Paraguay y Brasil, Bolivia tiene una larga historia de controles sociales semifeudales, siempre dependiente económicamente de las exportaciones de sus minerales, lo que ha provocado en más de una ocasión brotes de hiperinflación.

En las últimas décadas ha vivido avances económico-sociales como la nacionalización de las minas de estaño, la reforma agraria o la reforma de la ley electoral, que llevó el sufragio universal al país andino. Pero la inestabilidad política ha sido uno de lo grandes problemas de Bolivia, manifestándose en frecuentes golpes de Estado entre 1965 y 1980, de naturaleza a veces civil, a veces militar. Sus principales recursos naturales son el estaño, el gas natural, el petróleo, el zinc, el tungsteno, el antimonio, la plata, el hierro, el plomo y el oro, aunque un porcentaje muy superior al 50 por ciento de la población se dedica a la agricultura, sometida a un clima variable según la zona: tropical en los llanos y selvas; templado en los valles; frío en el Altiplano y regiones altas. Es característico del país sus impresionantes alturas, que van desde los 6.650 metros del monte Illampú, hasta la depresión del Alto Paraguay, 100 metros por debajo del nivel del mar. De los más de ocho millones de personas que habitan Bolivia, un 30 por ciento son quechuas, otro porcentaje similar son mestizos (blancos-amerindios), un 25 por ciento son aymaras y un 15 por ciento de otros orígenes. A pesar de que el 70 por ciento de la población de Bolivia vive bajo el umbral de pobreza, la esperanza de vida es de 64 años y la Renta Per Cápita es de 2.500 dólares (en España es de 14.300). Las partidas de ingresos y gastos nacionales son prácticamente similares, aunque la situación se agrava debido a los más de 4.000 millones de deuda externa que acumula Bolivia. El mayor gasto del Estado es en el Ejército y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a los que destina en total un dos por ciento del PIB.