TOROS

Un Papa santo, un torero magno

Por Almudena Hernández1 min

Espectáculos10-04-2005

Siempre acompañados por la expectación, los toros de Victorino Martín han dado la talla en Sevilla. También la dio un torero con nombre de Dios que revivió de la mundanal mediocridad del pelotón de matadores el Domingo de Resurrección. La devoción a su toreo templado volvió a citarle en la Real Maestranza de Sevilla el jueves 7 de abril, con toros de Victorino Martín.

Mientras Roma rezaba por el alma de Wojtyla, y el Vaticano preparaba la mayor despedida que jamás ha tenido un papa, Manuel Jesús El Cid templaba la muleta, bajaba la mano y entendía a sus oponentes. Los toros del ganadero de Galapagar (Madrid) estuvieron bien presentados, fueron encastados y mostraron el temperamento propio de este hierro en su mejor vertiente. Con el segundo del festejo, El Cid demostró que sabe toerar como los ángeles. El torero rubricó una actuación con la que vino a decir que él también quiere ser santo de la devoción de todos los aficionados, más aún después de haber comprobado a qué sabe la puerta del príncipe: como tocar el cielo. Esta segunda salida en hombros no le resultó quizás tan excitante, pero no por ello ha sido menos importante. Dejó ver que es un pulcro ejecutor de un toreo inteligente, y que puede lidiar los toros que le echen -y que ya, al fin, los mata-. Es un diestro todoterreno. Acostumbrado quizás a afrontar paseíllos con ganaderías de las denominadas duras, su actuación la semana pasada en Sevilla con los toros de Victorino supo a algo más que a una de aquellas tardes de antaño, pues ya se le considera un torero de mayor categoría, por momentos magno. Al menos, lo mejor que ha destacado en lo que va de temproada. Ahora les toca a las empresas a recompensarle con justicia para que ocupe el lugar que merece. En busca de su sitio vuelve José Ortega Cano, que ha anunciado su regreso en el programa Tendido Cero de TVE. Será apoderado por Luciano Núñez.