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JUAN PABLO II

El testamento, el último legado del papa Wojtyla

Por Alfredo L. ZamoraTiempo de lectura2 min
Sociedad07-04-2005

"In manus Tuas, Domine, comiendo spiritum deum". Con estas palabras Juan Pablo II dio por concluido su testamento en el año 2000. Un texto que comenzó a escribir el mismo año en el que fue proclamado Papa, y en el que habla reiteradamente, entre otros temas, de su muerte, su misión en el mundo y del estado actual de la Iglesia.

Escrito en polaco y con un contenido de carácter espiritual, Juan Pablo II se encomienda en todo momento a la Virgen María, quien le debe ayudar en su misión cristiana y quien decidirá el momento de su fallecimiento. "Cada uno debe de tener presente la perspectiva de la muerte, y debe de estar listo para presentarse delante del Señor. (...) Yo también tomo en consideración esto continuamente, confiando el momento decisivo a la Madre de Cristo y de la Iglesia, a la Madre de mi esperanza". Esta cuestión cobró gran relevancia tras el atentado que sufrió en 1981, en el que pudo acercarse aún más a la muerte. "El atentado contra mi vida, de algún modo, ha confirmado la exactitud de mis palabras" anteriores, "me encuentro totalmente en las Manos de Dios, y permanezco continuamente a disposición de mi Señor, confiándome a Él en su Inmaculada Madre". "Ahora, en el año en el que la edad de mi vida alcanza los ochenta años, es necesario preguntarse si no es tiempo de repetir con el bíblico Simeón Nunc Dimittis". Esta ha sido una de las partes más polémicas del testamento a consecuencia de un error de traducción. Nunc Dimittis significa entregarse a la voluntad de Dios, pero los traductores confundieron el término Dimittis con Dimetis, que realmente si significa dimisión. No ha olvidado en ningún momento en reflexionar también sobre la situación de la Iglesia, que en algunos lugares vive una crítica situación. "Difícil y duro se ha hecho el camino de la Iglesia, prueba característica de estos tiempos, tanto para los Fieles como para los Pastores. En algunos Países la Iglesia se encuentra en un periodo de persecución tal, que no es inferior a aquella de los primeros siglos, es más, la supera por el grado de crueldad y odio". Afirma que su muerte debería ser útil para "esta causa tan importante a la que trato de servir: la salvación de los hombres, la salvaguardia de la familia humana y, en ella, la de todas las naciones y los pueblos". Una misión que se ha servido del Concilio Vaticano II, un patrimonio que Juan Pablo II quería "confiar a todos aquellos que son y serán los futuros llamados a realizarlo". El Papa se encomendó reiteradamente a la Virgen María, siempre presente en su vida y no mostró temor a la muerte. Fue un Papa comprometido con su labor y que en ningún momento albergó alguna duda sobre su actividad ni se planteó abandonar su misión; Un Papa que ha dejado su último legado en un testamento minuciosamente redactado y cargado de significados.