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EMPRESAS

Jesmar, el fin del sueño juguetero de Jesús y María

Por Paula Escalada MedranoTiempo de lectura2 min
Economía25-03-2005

La historia y el fin de Jesmar son similares al de muchas pequeñas empresas familiares, fundadas con ilusión y sacadas adelante con dedicación. Empresas que en una época crecieron y alcanzaron su plenitud, pero que poco después comenzaron su declive al ser atrapadas por una gigante multinacional o, lo que es peor, por un país entero.

En 1946 un matrimonió unió sus nombres, Jesús y María, y formó en Biar (Alicante) una pequeña empresa dedicada a la fabricación de muñecas, Jesmar. Con los años, la empresa creció y se convirtió en una de las principales del sector juguetero español. Los sucesores de María y Jesús continuaron la tradición, hasta que en 1982 se transformó en Sociedad Anónima (SA), eso sí, gestionada por la familia. En su época de mayor esplendor llegó a fabricar hasta dos millones de muñecas, de las cuales más de la mitad se exportaban. Pero a finales del año 2000 comenzó su declive cuando, por su débil situación financiera, presentó suspensión de pagos. La compañía logró levantar la suspensión de pagos dos años después, e incluso consiguió luego remontar sus ventas. Pero hoy no ha podido con la fuerte competencia exterior y con la fortaleza del euro, que aún dificulta más ese comercio internacional. Los países asiáticos son, una vez más, los responsables. La mano de obra allí es mucho más barata y las empresas españolas prefieren a menudo trasladar sus fábricas a esos lugares o incluso encargar a empresas que fabriquen sus productos en su nombre. De hecho, China es el productor de ocho de cada 10 juguetes, y representa el 70 por ciento de las importaciones españolas. Otras empresas, como Jesmar, ni siquiera llegan a plantearse lo de emigrar y optan por cerrar sus puertas. Así, serán 88 los empleados de la fábrica de Biar los que quedarán próximamente sin trabajo. Ellos, junto con otros muchos pertenecientes a industrias auxiliares, tendrán que ver cómo Jesmar cesa su actividad y se produce la liquidación de la sociedad en un juzgado. Muchos de ellos llevan trabajando en la empresa toda su vida. No hay más que ver la edad media de la plantilla: por encima de los 45 años. Las próximas Navidades los padres españoles tendrán que desencantar a sus hijos cuando les pidan el muñeco Cocolín; y se extrañarán al no escuchar en los anuncios el tan sonado eslogan de “¡Jesmar para jugar!”. Los juguetes de la marca pasarán a ser desde ahora auténticas reliquias en peligro de extinción.