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Las epidemias acechan a los supervivientes del maremoto

Por Alejandra Linares-RivasTiempo de lectura2 min
Sociedad30-12-2004

Se buscan: agua potable, alimentos, casas, personal sanitario, hospitales, medicamentos. Esta lista de necesidades podría ser la de cualquier país en desarrollo, pero en este caso, no es sólo eso. Se trata de las carencias que el maremoto del 26 de diciembre ha dejado en Asia. Junto a ellas, en letras mayúsculas, aparece siempre la palabra "urgente".

El terremoto y los tsunamis resultantes dejaron a Asia sudoriental en una situación precaria. Es sin duda, la catástrofe natural "más grave que ha afectado a la región en mucho tiempo", según el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Jong-Wok Lee. También explicó que la ayuda no debe ser sólo inmediata, sino que a largo plazo quedan las tareas de reconstrucción de infraestructuras y el apoyo psicológico de los afectados. La OMS ha llamado a "actuar con urgencia", para afrontar, al menos, las necesidades de salud pública más inmediatas. Entre las medicinas que se requieren se citan las sales de rehidratación, soluciones intravenosas y otros artículos. También es vital la comida: los equipos de rescate han advertido de una posible hambruna en caso de que no llegue inmediatamente ayuda a los supervivientes. Y el agua potable es imprescindible, porque, el consumo de agua contaminada, aumenta el riesgo de contraer enfermedades contagiosas, diarreicas e infecciones respiratorias agudas, que pueden degenerar en neumonías. En este sentido, la OMS ha solicitado que se vigilen de cerca las enfermedades epidemiógenas, concretamente la malaria y la fiebre amarilla, ya que las aguas estancadas crean condiciones favorables para la reproducción de los mosquitos vectores y aumentarán el riesgo de epidemias. Sobre todo entre la población que vive en condiciones de hacinamiento o en refugios provisionales. Además, con la llegada de la temporada de lluvias es todavía más probable el brote de epidemias, como el cólera o las fiebres del dengue. Estas últimas, amenazan a los niños y en algunos casos son mortales. La ayuda humanitaria tiene difícil acceso a la zona, debido al mal estado de las infraestructuras. Las olas gigantes han destrozado carreteras, han provocado cortes de electricidad y han dañado construcciones sanitarias públicas. Las labores de cooperación son complicadas porque, por estos motivos, los hospitales que sí funcionan están colapsados con la llegada de heridos. Esto, unido a la descoordinación entre gobernantes, militares y trabajadores humanitarios, ha ralentizado la distribución de la ayuda.