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Al Gobierno ruso le llueven las acusaciones por conseguir Yukos de una forma “oscura”

Por Raquel IbáñezTiempo de lectura1 min
Economía26-12-2004

“El Estado ha utilizado mecanismos legales de mercado para defender sus intereses". Con estas palabras defendía Vládimir Putin, el presidente ruso, la compra de la principal filial de Yukos. Un proceso que, para muchos, como Estados Unidos, adolece de falta de transparencia.

La autoridad antimonopolio rusa ha dado el visto bueno a la compra por parte del conglomerado estatal Rosneft de la empresa financiera Baikal, que se adjudicó en subasta la principal filial de Yukos. Esta acción sorprende, en principio, porque es la primera renacionalización que se da en Rusia desde el derrumbe de la URSS y por la “falta de transparencia con la que se ha llevado”, anunció la Casa Blanca tras conocer este proceso. De hecho, el portavoz adjunto del Departamento de Estado de Estados Unidos, Adam Ereli, dijo que están “decepcionados por la forma en que este caso ha sido manejado”. Las diferencias entre ambos países sobre este asunto han llegado incluso a los tribunales. Un tribunal de Houston (Texas) había exigido la semana pasada una suspensión de la venta de los activos de la empresa, pero su decisión no fue tenida en cuenta por Moscú. Los abogados de Menatep, la compañía que controla al grupo petrolero, dijeron que la ley estadounidense podría alcanzar a la inmunidad de los gobiernos si se consideraba que habían participado en actividades comerciales, “pero no está claro si éste es el caso”. Lo cierto es que, tras la compra de Yuganskneftegas por parte de Baikal, se desató una ola de especulaciones sobre quiénes eran los verdaderos compradores agrupados bajo una firma con el nombre del lago más profundo de agua potable de Rusia. De hecho, ésta era una compañía pequeña y, hasta el momento, desconocida, por lo que sorprende que al final fuera ella la que comprara por 9.348 millones de dólares a la filial que produce el 60 por ciento del petróleo de Yukos. Luego, bancos estatales y firmas privadas, entre ellas la casi secreta cuarta compañía petrolera rusa Surgutneftegaz, conocida por manejar gran cantidad de efectivo, persiguieron también la propiedad de Baikal. Pero al final ésta quedó en manos del Estado.