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RELIGIÓN

El Papa pide por la paz en su mensaje de Navidad

Por Alejandra Linares-RivasTiempo de lectura2 min
Sociedad25-12-2004

Corto, pero intenso. A pesar de sus 84 años de edad y el Parkinson que padece, el Papa Juan Pablo II se mostró fuerte. Habló en 62 idiomas para que su mensaje navideño pudiera llegar a todos los presentes en la Plaza de San Pedro. Y no sólo a ellos, sino también a la Tierra entera, porque su discurso fue trasmitido por 114 canales de televisión de 72 países.

La lluvia y el frío tampoco fueron un obstáculo para los fieles y admiradores del jefe de la Iglesia Católica. Acudieron allí en masa para escuchar las palabras de quien ha conseguido reconciliar todas las religiones existentes. Y, precisamente por eso, no fue la primera vez que escucharon a Juan Pablo II rogar por la concordia mundial. Tampoco será la última, porque en múltiples ocasiones el Papa imploró al "Niño de Belén" que alentara "las iniciativas de diálogo y reconciliación" y apoyara "los esfuerzos de paz que, aunque tímidos, están llenos de esperanza". Durante la media hora larga que duró el mensaje, Juan Pablo II quiso hacer comprender que el único camino para lograr la paz es rechazar el mal y seguir el bien con valor. Resaltó la importancia de que "se apaguen tantos focos de tensión, que corren el riesgo de degenerar en conflictos abiertos". Pero las soluciones a los mismos deben ser siempre pacíficas. Para el Papa, esa debe ser la voluntad de las personas. El cabeza de la Iglesia expresó una preocupación aún mayor por los problemas en África y Oriente Medio cuando afirmó "pienso en la tragedia de Darfur en Sudán, en Costa de Marfil, en la región de los Grandes lagos. Sigo con gran aprensión los acontecimientos en Iraq, y ¿cómo no mirar, compartiendo el ansia, a la Tierra de donde Tú eres Hijo?", esto último en alusión al conflicto palestino-israelí. Mientras hablaba, sus palabras eran ilustradas con imágenes del Niño Jesús, símbolo de un Dios cercano, hecho hombre para salvar a su pueblo. Cada frase suponía un enorme esfuerzo, una lucha contra la afonía, la dificultad respiratoria y el cansancio. Un agotamiento que venía de la noche anterior, de la misa del Gallo, cuya homilía también pronunció. En ella, a diferencia de otros años y del discurso del día siguiente, se centró en temas religiosos y rogó a Cristo que se quedase en el mundo, "ya que toda la humanidad, marcada por tantas dificultades, te necesita". En la tradicional bendición Urbi et Orbi, a la ciudad y al mundo, cobraron relevancia los deseos de felices fiestas manifestados por el Papa. Junto a esto, su fe en la consecución de la paz infunde esperanzas de alcanzar un futuro más tranquilo: "Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos los pueblos".