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852 millones de personas pasan hambre

Por Alejandra Linares-RivasTiempo de lectura2 min
Sociedad08-12-2004

Cinco millones, más cinco millones, más cinco millones. Cada año mueren en el mundo cinco millones de niños por desnutrición. Estas defunciones también se traducen en enormes costos económicos. Anualmente se despilfarran por este motivo alrededor de 30.000 millones de dólares. Euivale a multiplicar por cinco las cantidades comprometidas en la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.

Para empezar, 20 millones de lactantes nacen con insuficiencias de peso en países en desarrollo. Eso les hace mucho más vulnerables a las enfermedades y con frecuencia les lleva a la muerte durante la infancia. Por eso, diez millones de niños menores de cinco años mueren anualmente; cuando ni siquiera se trata de epidemias letales, sino de infecciones con curación, como diarrea, neumonía o sarampión. Y, en el caso de sobrevivir, a menudo padecen discapacidades físicas y mentales que les durarán toda la vida. El total de personas que pasan hambre en el mundo se ha incrementado en 18 millones desde 1995 hasta 2002. Con lo cual, la cifra actual asciende a 852 millones de malnutridos. Las consecuencias del hambre no cejarán en su aumento a menos que se revierta drásticamente esta tendencia. Pero las secuelas no son únicamente humanas. Las pérdidas económicas se cuantifican en 30.000 millones de dólares. Si este dinero se utilizara de la manera correcta, cada dólar invertido en combatir la desnutrición podría multiplicarse entre cinco y veinte veces en beneficios. El impacto económico se entiende claramente con el ejemplo de Pakistán. Un estudio realizado en las zonas rurales de este país demostró que una mejora leve en la nutrición ampliaría la probabilidad de escolarización en un 4 por ciento para los niños y en un 19 por ciento para las niñas. La falta de educación reduce la productividad y la capacidad de obtener ingresos en la pobreza extrema. Esto, aplicado a los 815 millones de personas hambrientas en países en desarrollo, amplifica el efecto masivamente. Todos estos datos se desprenden del informe anual sobre el hambre El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo (SOFI 2004), que elabora la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En este mismo estudio se propone la aplicación de una doble estrategia para ganar la carrera al problema del hambre. Consiste, por una parte, en mejorar la disponibilidad de alimentos e ingresos de la población pobre, con el fin de fortalecer sus actividades productivas. Y, por otra parte, se trata de realizar programas selectivos que faciliten el acceso inmediato a los alimentos a las familias más necesitadas. La Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) tenía el objetivo para 2015 de rebajar a la mitad las personas que pasan hambre en el mundo. Si bien parece que no se está logrando, SOFI 2004 afirma que todavía es posible hacerlo. Ya que no todo son malas noticias. Más de 30 países, que comprenden casi a la mitad de la población mundial en desarrollo, han ofrecido pruebas de rápido progreso y han demostrado que saben cómo conseguirlo: en los años 90 redujeron, al menos en un 25 por ciento, sus tasas de hambre.