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ORIENTE PRÓXIMO

Palestina llora la muerte del ‘rais’

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
Internacional14-11-2004

Yasir Arafat tenía dos deseos en su vida. Uno era ver un Estado palestino libre e independiente. El otro era ser enterrado en la ciudad en la que decía que nació, Jerusalén. Pero de momento tanto el primero como el segundo han tenido que esperar.

Arafat fue, finalmente, enterrado en las inmediaciones de la Muqata, la que fue su cárcel particular durante los últimos tres años. Hasta ese lugar de Ramala llegó el helicóptero procedente de El Cairo con los restos mortales del líder palestino. Allí le esperaban miles de enfervorizados seguidores que querían despedirse de Abu Ammar, nombre con el que se referían a Yasir Arafat. El caos se apoderó del lugar. La multitud quería llevar en volandas a su líder por última vez. Las Fuerzas de Seguridad tuvieron que emplearse a fondo para mantener el control. Además, una estructura de madera se hundió y resultaron heridas un número indeterminado de personas que tuvieron que ser evacuadas en ambulancia. Por su parte, los clérigos tuvieron que darse mas prisa de lo normal para posteriormente dar paso al entierro. Par ello se utilizaron diez sacos de arena procedentes de la Mezquita de Al Aqsa, traídos directamente de la Explanada de las Mezquitas. Era el último adiós de un pueblo que tras la muerte del rais se ha quedado huérfano. Al día siguiente, el lugar presentaba un aspecto impropio para alguien como Arafat. Rodeado de edificios en ruinas ocultadas tras enormes retratos del difunto, una tumba improvisada decorada con miles de flores y protegida por una valla de bidones azules y hierros oxidados. No era esta la voluntad de Yasir Arafat pero Israel se negó a que fuese enterrado en Jerusalén. Sin embargo, los nuevos líderes palestinos insisten en que Arafat no yacerá eternamente en ese lugar, si no que será trasladado a Jerusalén cuando alcancen la paz con Israel. Antes del entierro, en El Cairo, se le dedicó un funeral con honores de Estado. La situación fue mucho más tranquila, entre otras cosas, porque las autoridades egipcias impidieron el paso a la población. No querían que el funeral de un dirigente extranjero fuese más multitudinario que el del propio ex presidente egipcio Abdel Nasser. Además se tuvieron que estrechar las medidas de seguridad debido a la presencia de mas de 60 mandatarios extranjeros que también quisieron estar presentes para despedida al líder palestino. Allí se dieron cita todos los ministros de Exteriores de la Unión Europea con Javier Solana a la cabeza así como los representantes de otros países. El día no pudo ser más apropiado para Arafat. Fue el último viernes de Ramadán. Según el rito islámico, este es el día en el que demonio está encadenado y las puertas del cielo permanecen abiertas para los fieles al Corán, precisamente una causa a la que el rais dedicó toda su vida.