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TOROS

Una oreja para ¬El Cid¬ en la liquidación de Las Ventas

Por Almudena HernándezTiempo de lectura1 min
Espectáculos10-10-2004

Los cabestros de Florito tuvieron mucho trabajo el pasado domingo, día en que se celebró una de las corridas anunciadas dentro de la Feria de Otoño de Madrid. Mientras la Comunidad de Madrid prepara un nuevo pliego de condiciones para que la primera plaza del mundo salga de nuevo a concurso, los actuales empresarios parecen estar de liquidación en estos sus últimos festejos en el coso.

Tanto lo parece que del encierro anunciado en un principio de Núñez del Cuvillo, sólo cuatro pasaron el reconocimiento veterinario, por lo que la corrida fue remendada por dos toros de José Miguel Arroyo Joselito. Una vez comenzado el festejo el presidente le cogió el gusto a eso de ventilar el moquero verde, por lo que entró otro hierro en juego, el de Ramón Flores. A la postre, los más manejables fueron los astados de Arroyo. Igual que los cabestros de Florito, que saltaban, correteaban, encaraban al toro y daban coces a sus anchas, también dieron espectáculo los toreros, que en alguna ocasión se vieron en apuros. Sobretodo destacaron Fernando Cepeda y Manuel Jesús El Cid, pues Serafín Marín anduvo difuso y malgastó su empeño ante un lote poco válido al que también le entendio poco. Fernando Cepeda se gustó y gustó de capa. Cuando le dejó el vendabal que hizo en la plaza de Madrid en no pocos momentos de la tarde del domingo, el diestro sevillano dibujó buenos lances a la verónica, con alegría, gusto y buen trazo. También le sirvió la tarde a Cepeda para deleitar con buenos y largos muletazos. Aunque éstos fueron esporádicos y no tuvieron continuidad ni colofón también sirvieron para calentar los ánimos y las manos del respetable. Lo mejor del festejo lo hizo Manuel Jesús El Cid, que logró la actuación más completa en el último tercio. Cortó una oreja en su primero y, al igual que hicieron sus compañeros de terna -mejor o peor todos enterraron el acero a la primera-, en esta ocasión a El Cid no le falló la tizona.