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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

Pídale cartas al Rey

Fotografía
Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión06-01-2003

De pequeños le pedíamos a los Reyes Magos, especialmente, cosas materiales. Para un niño, un balón de fútbol reglamentario caído del cielo es casi tan mágico como el anillo único, cuya posibilidad más interesante a sus ojos no es la de dominar el mundo, sino la de hacerse invisible y evitar así castigos y reprimendas. La inocencia infantil queda puesta en entredicho por cualquier observador objetivo -los padres no pueden serlo-. Por lo general, éramos entonces más materialistas y hedonistas que ahora, aunque algunos practican para superarse cada año. La frustración preadolescente al descubrir el secreto material de los Reyes Magos deja paso, poco a poco y con el tiempo, a la creencia muy new age de que verdaderamente existe algo -un karma, una justicia de la naturaleza, un Espíritu Santo paganizado, una todopoderosa ciencia- a lo que por estas fechas podemos pedir deseos no materiales. Algunos periodistas ñoños y maduritos siguen deseando la paz en el mundo, el fin del hambre y la vacuna contra el sida. Son los mismos ilusos e irresponsables que anuncian en titulares “En el futuro no habrá cojos ni mancos” cuando se consigue implantar el brazo de un cadáver en un humano. Dichos periodistas no sólo olvidan que estos experimentos requieren largos periodos de prueba -por cierto, el brazo del titular tuvo que ser amputado por rechazo-, sino que creen, contra lo que siempre ha ocurrido, que la ciencia médica es democrática y llega a todos. Supongo que también ignoran que la pulmonía es aún enfermedad letal para muchos o que el agua caliente no llega a todos los hogares del mundo -ni de Europa-. ¿Acaso hay que esperar a ser padre para tomar conciencia de que uno puede dejar de pedir y empezar a regalar magia a su alrededor? Si la cara del niño que recibe un regalo del Rey es preciosa, el rostro del Melchor que regala es sublime. Debería el pedigüeño jugar a ser generoso. Este año, ya que nadie me ha enviado su carta -Baltasar, pásame unas pocas-, regalaré columnas por la esperanza. La esperanza en realidades reales y mundos posibles, cuya lucha empieza con uno y se narra en las Crónicas del espacio interior.