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GIRO DE ITALIA

La sospecha del dopaje vuelve con fuerza al ciclismo

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes10-06-2001

Parecía que el escándalo del dopaje se había erradicado del ciclismo merced a la implantación de numerosos y rigurosos controles. Pero los registros de hoteles hicieron recordar lo sucedido en el Tour de 1998 y provocaron la suspensión de la antepenúltima etapa.

El fiscal de Florencia, Luigi Bocciolini, sospechó de que en el Giro había sustancias dopantes después de que la carrera pasó por el norte del país. Así que organizó y coordinó una operación contra la caravana ciclista destinada a encontrar pruebas que demostrasen sus hipótesis. Esa operación se puso en marcha en San Remo, en la madrugada del jueves 7 de junio: 200 policías registraron los hoteles, autobuses y furgonetas de los equipos ciclistas y requisaron todos los medicamentos que encontraron, en busca de sustancias como testosterona, corticoides y otros estimulantes. También requisaron jeringuillas, probetas y frascos de muestras, que según los investigadores son "minilaboratorios" para que los equipos ciclistas hagan sus propios análisis sanguíneos. La legislación italiana, a semejanza de Francia (por eso los registros del Tour de 1998 fueron legales) permite desde diciembre de 2000 la persecución penal del dopaje, con penas que oscilan entre ocho meses y tres años de prisión y multas de entre 400.000 pesetas y ocho millones. El registro se dirigía especialmente a los equipos Mercatone, Liquigas y Selle Italia, aunque según algunos periódicos italianos, unos 70 corredores podrían estar procesados; en principio, ninguno de ellos perteneciente a equipos españoles. El pelotón reaccionó con indignación y renunció a correr la 18ª etapa, la reina del Giro, nada menos que con cinco puertos de montaña, que perjudicó a corredores con opciones de mejorar en la clasificación general, como Unai Osa. Los ciclistas pensaron en abandonar en masa la carrera, pero por la presión de los patrocinadores para que no lo hicieran y porque consideraron cumplidos sus objetivos de suscitar la sensibilidad social sobre la persecución del ciclismo por los jueces. Algunos directores se quejaron de que sólo a los ciclistas se los considera como delincuentes, porque en otros deportes, como en el fútbol, se dan casos de dopaje y no se persigue penalmente a los infractores. Estos registros tuvieron consecuencias para varios corredores; el caso más sonado fue el Dario Frigo, al que encontraron sustancias dopantes en su habitación y fue expulsado fulminantemente de la carrera y de su equipo. Pero también dieron dopaje el francés Pascal Hervé (del Alexia) y el italiano Riccardo Forconi, del Mercatone.