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ARGENTINA

Dimite el presidente argentino, Adolfo Rodríguez Saá

Por Raquel González/Alberto BastiaTiempo de lectura2 min
Economía31-12-2001

De repente, Adolfo Rodríguez Saá, ya ex presidente de Argentina, se ha visto muy solo. El peronista ha basado su renuncia en el poco apoyo recibido por algunos mandatarios de distintas provincias que pertenecen a su propio partido, el Partido Justicialista (PJ).

"Salvo los gobernadores peronistas de Formosa, Salta, San Luis, Mendoza, Buenos Aires, Misiones y La Rioja, los demás me han quitado el apoyo, especialmente el gobernador de Córdoba, que priorizó la interna partidaria a los intereses de la Patria", afirmó rotundo Rodríguez Saá. El Gobierno en pleno le había presentado ya su renuncia al presidente y éste había organizado una reunión para intentar conformar alguna solución alternativa al conflicto. A la cita acudieron solamente seis de los 14 convocados. Su gestión ha durado escasamente siete días. En ese mínimo tiempo, Rodríguez Saá ha iniciado algunos cambios importantes en Argentina, como la ideación de una tercera moneda, el argentino, o la promesa de creación de miles de puestos de empleo, así como dar subsidios a un millón de familias. Si estas medidas tendrán continuidad tras la dimisión de Rodríguez Saá, es todavía una incógnita. El que tendría que asumir la presidencia, hasta que la Asamblea Legislativa designase un nuevo candidato, es el presidente del Senado, Ramón Puerta, pero éste ha presentado también su renuncia al puesto alegando que "hay que oxigenar todo" para que "se conforme un gobierno de unidad nacional". Nadie quiere tomar las riendas de Argentina. De acuerdo a la sucesión presidencial tendrá que asumir entonces el presidente de la Cámara Baja, el peronista Eduardo Caamaño, siempre que la Asamblea Legislativa acepte la dimisión de Puerta. En el caso de que Caamaño no acepte el cargo, debería asumir la presidencia el titular de la Corte Suprema de Justicia, el menemista Julio Nazareno. Ante esta nueva crisis, se espera que de nuevo los ciudadanos salgan a la calle a seguir protestando por tantas medidas económicas, políticas y sociales que en lugar de ayudar a salir del agujero al país, parece que lo hunde más en él. Si las protestas derivan en violencia descontrolada, hay voces que apuntan incluso a una especie de guerra civil.