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CRÓNICAS DEL ESPACIO INTERIOR

‘Blue Moon’

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión01-08-2004

Blue Moon: dícese de la segunda luna llena en un solo mes. Sucede aproximadamente cada dos años y medio. La última, el 31 de julio de 2004. En Alicante (Mediterráneo Oeste) fue verdaderamente así. La noche despejada cedió su negro al mágico azul cálido, la luna -que siempre en el mar riela- mostró todo su rostro a buen tamaño. La próxima, el 30 de junio de 2007. Luna azul melancolía, diría Rubén Darío. Ojalá las serpientes de verano, esas anécdotas estiradas para enbellecer los informativos en el agosto sin noticias, pudieran dedicarse con exclusivo mimo y tiento a un acontecimiento astronómico local como la Blue moon. Algo así ocurrió con el publicitado eclipse, pero aquello fue un relato de ausencia circunstancial. El Astro Rey abandonó su puesto unos minutos necesitado de un piti-time, un alto en el trabajo de vigía para charlar con otras luces en la atmósfera humeada del cigarro bronceado y consumido por turnos y en elipse -y, como saben, en el mismo sentido que las agujas del reloj-. Esta vez la historia sería distinta. No una ausencia, sino una presencia misteriosa. En las noches de Blue Moon, por ejemplo, la mujer de los pies hermosos, aquella que sabe vagabundear por la tristeza, podría recorrer las playas que saludan a la luna y acompañar en su última hora a los corazones melancólicos a punto de expirar. En las noches de Blue Moon, por ejemplo, dos amantes distanciados -separados por los metros- se sabrían uno -sincronizados en el tiempo- al mirar y saber que el otro mira y lo que mira. Al sentir y saber que el otro siente y lo que siente. Al amar y saber que al otro ama. Y que el otro a él lo ama. Ojalá las serpientes de verano no fueran incendios forestales, bombas meridionales, ausencias circunstanciales, abandonos definitivos, despedidas para siempre, amores pasajeros, finales en carretera, principios sin esperanza, vaciones de uno mismo... Ojalá todas las serpientes de verano, esas anécdotas, se ocultaran después de cada Blue Moon y perdieran su veneno durante, aproximadamente, dos años y medio. Queridos lectores: ¿Vieron la Blue Moon? ¿Cómo querrán llegar a ver la próxima? Feliz verano.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach