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NUEVO GOBIERNO

Zapatero apuesta por la estabilidad presupuestaria en su discurso de investidura

Por Eva OlarteTiempo de lectura2 min
Economía16-04-2004

Diez minutos antes de que llegara el mediodía al Congreso de los Diputados el jueves 15 de abril, abordó el todavía candidato José Luis Rodríguez Zapatero sus compromisos en materia económica. Tres minutos después ya hablaba de los transportes.

Tres minutos de discurso breve, parco, incluso, que le sirvieron para exponer las ideas básicas que guiarán la política económica de su nuevo gobierno. Se comprometía a respetar el principio de estabilidad presupuestaria, es decir, a mantener el déficit cero; se comprometía también a presentar en el 2005 un proyecto de reforma fiscal más equitativo, a apostar por el ahorro y la productividad, así como por el desarrollo de las nuevas tecnologías y las telecomunicaciones, y a aumentar un 25 por ciento las inversiones en Investigación y Desarrollo (I + D). Mantener unas cuentas públicas saneadas “para mejorar los servicios públicos y, con ellos, la calidad de vida”, establecer un sistema fiscal “más eficiente y equitativo”, invertir en I + D para incrementar la productividad y el ahorro y, con ello, “sentar las bases de un crecimiento equilibrado y sostenible”… De este modo enumeraba Zapatero sus compromisos económicos, aplaudidos por un ala de la cámara, recibidos sin sorpresa por el otro, pero no lograba concretar. Algo que suscitó la crítica de la mayoría de los parlamentarios y de no pocos expertos, que no le perdonan el haber pasado de puntillas sobre un asunto tan trascendental. Es cierto que logró emitir un mensaje tranquilizador al defender el principio de estabilidad presupuestaria como base del crecimiento económico. Sin embargo, y, tal como asegura el diario Expansión, “eludió explicar cómo cuadrar el círculo”, ya que existen serias dudas sobre cómo conseguirá evitar los déficit al tiempo que promete mayores inversiones en infraestructuras, seguridad, educación, pensiones…, todo ello, sin aumentar la presión fiscal global. El discurso de investidura suponía todo un reto para el candidato. Obligado a no defraudar a quienes le habían apoyado y, al mismo tiempo, a seducir a los escépticos, eligió la vía de la ambigüedad. O, tal vez, y en cuanto a política económica se refiere, no quiso comprometer a Pedro Solbes en su capacidad de decisión al frente del Ministerio de Economía.

Fotografía de Eva Olarte