Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

La guerra nunca es la solución

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión11-04-2004

Ya ha pasado un año desde que terminó la pesadilla. Más de 366 días de horror y sangre que no han servido para nada. Las guerras nunca sirven para nada. Sólo para generar tristeza, malos recuerdos, rencores, sed de venganza, viudas, viudos y huérfanos. Sobre todo, muchos niños huérfanos. La violencia sólo engendra más violencia. El perdón y la misericordia, en cambio, calman la ira del enemigo hasta apaciguar sus ímpetus bélicos. Cualquiera que viva la Semana Santa lo aprende. Y cualquiera que lea la Biblia o vea La Pasión es capaz de comprenderlo. \"Todos los que manejan la espada a espada morirán\", advierte Jesús a Simón Pedro en el Monte de los Olivos. Atacar Iraq fue tanto como sacar la espada. Sin embargo, ni George W. Bush ni José María Aznar recordaron este versículo de San Mateo antes de declarar la guerra a Sadam Husein. Había que acabar con un tirano que se estaba riendo del mundo y no hallaron mejor modo que replicar con la violencia. Un año después de terminar la guerra, la guerra sigue. Ni reina Bush ni reina Sadam. El rey de Iraq es el caos. Cayó la espada del dictador y cayeron también las espadas de sus contrincantes. Primero la credibilidad de Blair y Bush. Luego, la herencia de Aznar. Las consecuencias de la guerra han resultado nefastas en lo social, en lo económico y hasta en lo político. No sólo en Iraq. En España, en Europa y en el resto del mundo. Ha pasado un año. A estas alturas muchos se preguntan de qué sirvió la guerra. Pocos, por no decir ninguno, hallan respuesta. Pero la solución está lejos de ceder ante los rebeldes, lejos de atemorizarse frente al terrorismo, lejos de claudicar al chantaje islámico y lejos de exigir todos los días responsabilidades. Hace falta una solución de futuro en Iraq, en Oriente Próximo y en el resto de La Tierra. La Humanidad necesita reinventar el concepto de Naciones Unidas y consolidar por fin el diálogo entre naciones, religiones y culturas. Pero, sobre todo, el Hombre tiene que reencontrar a Dios y escuchar el mensaje de paz y amor más antiguo de la Historia. La guerra nunca es la solución.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito