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SIN CONCESIONES

No conozco España

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión04-04-2004

No conozco España. Vuelvo a Madrid tras dos semanas de viaje por el extranjero y apenas reconozco el país que dejé tras las elecciones generales del 14-M. Ha cambiado el gobierno, el sentir de la calle, los presidentes del Congreso y del Senado... hasta los informativos de TVE han cambiado. La España post 11-M se asemeja a los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. La incertidumbre ha calado en los huesos de los ciudadanos hasta el punto de que muchos sienten miedo. Pero lo que más me preocupa de los atentados de Atocha es que, lejos de lograr la unidad de los políticos contra el terrorismo, ha generado una división entre españoles. Vuelvo a España y lo primero que me advierte mi madre es de que ya no es una e indivisible. Son dos las Españas que reflejan los informativos y los periódicos. Hay una España que ha perdido el gobierno sin saber por qué y no es capaz de asimilarlo. Y hay otra España con ánimos de revancha que está dispuesta a tirar por tierra cuanto hicieron sus antecesores, sean buenas o malas obras. Anuncian la paralización del Plan Hidrológico Nacional y la derogación de la Ley de Calidad de la Enseñanza. Nada de lo hecho en los últimos ocho años gusta al futuro gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Ellos van a solucionar la falta de empleos, van a rebajar el precio de la vivienda, van a terminar de una vez por todas con el terrorismo y van a preservar el diálogo con todas las comunidades autónomas. Todo serán nuevas leyes y acuerdos distintos a los de las dos últimas legislaturas. ¡Viva 'ZP'! Pero la tarea más importante que tiene Zapatero es devolver la serenidad a los españoles y facilitar la convivencia entre quienes piensan diferente, creen diferente y opinan diferente. Aznar ha sido el primer generador de crispación entre autonomías pero el PSOE -con Caldera y Chacón a la cabeza- ha sido el primero en criticar e incluso perseguir a quienes no eran de izquierdas, votaban al Partido Popular y defendían los valores religiosos. La mejor muestra son los numerosos cambios anunciados por Zapatero en apenas dos semanas. Ojalá no cometa el error de olvidar. Si lo hace, le pasará lo mismo que a Aznar. Acabará ahogado por la sed de poder e incumplirá su primera promesa. La misma noche de las elecciones garantizó que La Moncloa no le cambiaría. Ya veremos. Tanto González como Aznar cayeron antes o después en la vanidad y la soberbia.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito