SIN CONCESIONES
Mario Bross Carod
Por Pablo A. Iglesias
1 min
Opinión01-02-2004
Bajito, risueño y con bigote. Es como el pequeño fontanero de los videojuegos. Visto así, Josep Lluis Carod-Rovira puede parecer hasta simpático. Cuando quiere lo aparenta muy bien. Siempre con la sonrisa en los labios y con palabras suaves en la boca. Pero el líder de Esquerra Republicana de Cataluña esconde un complejo de inferioridad galopante y una incapacidad de integración sólo propia en nazis y racistas. Carod es un dios de la manipulación y la demagogia que, para colmo, se cree Dios. Es capaz de presentar sus ideas independentistas con un discurso de lo más conciliador. Es el más moderado en las formas de los que en el fondo son radicales. Maragall le ve "ingenuo" pero, en realidad, es un extraordinario vanidoso. Vive en una quimera prefabricada por su intelecto que le lleva a creerse capaz de negociar con ETA o lograr una "Cataluña lliure". Es aragonés pero se considera más catalán que Pujol. Es tan inteligente que ha inventado una nueva historia de los "países catalanes" porque la verdadera, la que tiene siglos de raíces, contradice sus soflamas y deja en ridículo sus preceptos. Es el héroe del nacionalismo y el independentismo. Está disfrutando de sus 15 minutos de fama. Carod es un mentiroso desleal que engaña a los demás y a sí mismo. Ha engañado a Maragall y a Zapatero. Ofrece una realidad virtual que sólo existe en su cabeza y en los videojuegos. Cada día que pasa es más parecido a Mario Bross, ese personaje de las consolas que va dando brincos a la vez que expropia monedas. Quien le votó ya no puede decir que no le conocía. Más da uno estará arrepentido. Porque Carod-Rovira es peor que Tamayo.
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Pablo A. Iglesias
Fundador de LaSemana.es
Doctor en Periodismo
Director de Información y Contenidos en Servimedia
Profesor de Redacción Periodística de la UFV
Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito